«Se sabrá todo lo ocurrido y se hará la luz sobre las circunstancias del accidente» prometía Holland, tras recordar a las 150 personas de 15 nacionalidades que han perdido la vida en el siniestro. «Francia ha puesto medios importantes en la investigación para que podamos saberlo todo», añadía el presidente galo. «Se está haciendo todo lo posible para intentar entender lo inexplicable», insistía, por su parte Merkel.
En su intervención el presidente de España también ha tenido palabras de condolencia para los familiares de las víctimas. «Vamos a trabajar juntos y juntos vamos a estar a la altura de las trágicas circunstancias que nos ha tocado vivir», ha asegurado. El miedo de Mariano Rajoy a montar en helicóptero, tras el accidente que sufrió en 2007, ha impedido a los tres mandatarios sobrevolar la zona del siniestro. La que sí ha podido contemplar desde el aire la zona cero ha sido Ana Pastor, ministra española de Fomento. «Está todo en mil pedazos; mejor no describirlo», ha explicado visiblemente conmocionada.
A lo largo de la tarde la Oficina de Investigación confirmaba que habían logrado extraer con éxito el contenido de la única caja negra localizada hasta el momento, la que graba las conversaciones en cabina. «Hemos conseguido recuperar un archivo de audio utilizable», explicaba en una rueda de prensa el director del organismo, Remi Jouty, que a preguntas de los periodistas ha reconocido que todavía es «demasiado pronto» para aventurarse a hacer ninguna hipótesis.
Su intervención no ha servido para despejar prácticamente ninguno de los interrogantes que continúan abiertos. Aunque Jouty ha reconocido que las grabaciones incluyen voces, no ha querido precisar si éstas pertenecen a los pilotos, ni si corresponden a los instantes previos al siniestro. «He tenido el archivo de audio solamente unos minutos a mi disposición, y creanme, no es algo tan sencillo como ponerse a escuchar», ha asegurado, convencido de que llevará varios días, «sino semanas o meses», analizar el contenido.
Los esfuerzos se centran ahora en localizar la segunda caja negra, en la que habrían quedado registrados todos los parámetros técnicos del vuelo incluyendo la velocidad, la altitud, el rumbo, el nivel de presurización o el comportamiento de los motores. Según ha explicado Françoise Holland, por el momento se ha encontrado la carcasa pero no la tarjeta de memoria donde se registran los datos.
Descartada una explosión a bordo
La causa de la catástrofe aérea de los Alpes sigue siendo una incógnita. «Todas las hipótesis están abiertas» han repetido este miércoles el primer ministro francés, Manuel Valls, así como varios miembros del Ejecutivo. No obstante, aseguran que con los datos que tienen hasta el momento, «la hipótesis terrorista no es una de las probables». También se ha descartado la posibilidad de que se hubiera producido una explosión durante el vuelo. Según han explicado los expertos, los restos están muy concentrados y son varios los testigos que aseguran haber visto el avión entero y sin incendios aparentes segundos antes del impacto.
En otra rueda de prensa el presidente de Lufthansa, Carsten Spohr ha repetido que se trata de un «accidente inexplicable». Según su relato, la revisión y la reparación del tren de aterrizaje que se practicó en la aeronave un día antes era algo «completamente rutinario» y ha insistido en que se daban «perfectas condiciones de seguridad» para volar. Al parecer los técnicos repararon unas trampillas que no cerraban herméticamente la víspera del accidente pero según palabras de Spohr, el problema quedó entonces completamente solucionado.
En cuanto a la negativa de los pilotos de Germanwings a volar en otros aviones de la compañía, el presidente de Lufthansa se ha mostrado comprensivo. También ha anunciado que se ha desplazado a un equipo de técnicos hasta el lugar del accidente para colaborar con la autoridad aeroportuaria francesa en las labores de investigación. En contra de lo que se dijo en un primer momento, los pilotos no hicieron ninguna llamada de emergencia. Según ha trascendido este miércoles, fueron las autoridades galas las que dieron la voz de alarma después de que el avión no respondiera a las llamadas de la torre de control cuando esta trataba de advertirle que estaba perdiendo altura.