Mientras los diálogos de paz en La Habana atraviesan su momento más crítico, Medellín los alienta dando inicio a la 25 edición del Festival Internacional de Poesía. Se estima que alrededor de 10.000 personas asistirán el sábado al acto inaugural en el Parque de los Deseos.
Donde el conflicto impuso balas y muerte, el festival propone palabras y esperanza. Así ha ido copando las calles durante un cuarto de siglo, ganándole terreno al silencio, al miedo y a la oscuridad.
Cuando las conversaciones que buscan parar el fuego pasan por momentos de dificultades, pueblo y poetas siguen sumando palabras para que la paz deje de ser tan solo una de ellas y se torne pronto realidad palpable. «Es lo que todo el país está esperando pues esta es una guerra muy larga, ya estamos muy cansados, no lleva a nada, no se acaba nunca. Toda la vida desde que éramos niños, son las mismas noticias trágicas. De ahí la fuerza que tiene el Festival y la enorme expectativa que genera en la ciudad», explica Fernando Rendón, director del festival y uno de sus fundadores.
Con la presencia de 90 poetas provenientes de 40 países, la vigesimoquinta edición del Festival Internacional de Poesía de Medellín tendrá lugar entre el 11 y el 18 de julio. «Es una programación compleja, intrincada y completa que pienso le va a dar a la ciudad una atmósfera propicia para la preservación de los diálogos de paz».
Entre conciertos de música, obras teatrales, muestras fotográficas, funciones de títeres, proyecciones de video y conferencias, son 178 los actos de acceso libre y gratuito programados en Medellín, «una ciudad que también sufre muchos fenómenos de violencia, barrios paramilitarizados y condiciones de adversidad muy pronunciadas para el pueblo. Por eso pensamos que el festival va a fortalecer el ánimo de la comunidad, que va a afianzar la vocación de paz y de vida entre la gente más sencilla. Eso nos llena de alegría y de ilusión. La inminencia de la fiesta nos alienta».
Pueblo poeta
«Alma. Fuego. Belleza. Transformación. Esperanza. Vida. Liberación. Juro que no hay nada repetido. Es asombroso, muy impresionante. Todos lo expresan de manera diferente», dice Rendón acerca de las respuestas que dieron los habitantes de Medellín al pedirles que definieran en una sola palabra lo que el festival significa para la ciudad y la poesía para sus vidas.
«Es un público muy evolucionado, lo que a mí me da la esperanza de estar frente a una generación para la paz. Tienen una alta comprensión de la escritura y gran desarrollo del lenguaje. Son muy lectores, mucha gente incluso escribe y envía sus poemas para los certámenes que convocamos».
El Festival ha formado a su propio auditorio. «Hemos sido parte de una educación no formal, una educación espiritual. Yo creo que todas esas voces en conjunción durante tantos años tienen que haber producido un escalamiento en la conciencia de la gente, una transformación todavía intangible pero que en algún momento se va a expresar, se va a mostrar, se va a hacer sólida. El futuro de Colombia va a ser muy bello porque la mayor riqueza del país es su pueblo».
Caminar el sueño
A principios de 1990, Medellín estaba gobernada por el miedo, el terror político y los enfrentamientos entre grupos armados. Unas 100 personas podían ser asesinadas un fin de semana. Después de las 8 pm, la ciudad solía estar muerta debido a un toque de queda impuesto por los paramilitares, aún activos en el país.
En ese contexto, la propuesta era simple: mediante la lectura de poesía en las calles, los promotores del Festival estimulaban a las personas a restablecer una vida cultural y reclamar su ciudad. Desde 1991, los responsables de la Revista Prometeo organizaron anualmente el Festival de Poesía recitando en calles, parques, zonas residenciales, universidades y bibliotecas, teatros, cooperativas, escuelas y centros culturales, restaurantes, centros comerciales, estaciones de metro, fábricas, iglesias y hasta cárceles. A lo largo de estos 25 años, más de mil poetas de 165 países han pasado por estos escenarios de Medellín, hablando con públicos de todas las edades y en decenas de lenguas. Hasta 200.000 personas llegan a participar en cada edición del Festival.
«Por demostrar cómo la creatividad, la belleza, la libre expresión y la comunidad pueden florecer y superar el miedo incluso en medio de la violencia profundamente arraigada», en el año 2006 el Festival Internacional de Poesía de Medellín fue galardonado con el Right Livelihood Award, distinción más conocida como Premio Nobel Alternativo, que cada fin de año se entrega en el Parlamento Sueco. Tres años después se sancionó en Colombia la ley que declaró al Festival como Patrimonio Cultural de la Nación.
«Ahora es más posible ver hacia el futuro que lo que nosotros podíamos ver al principio», reflexiona Rendón. «Para nada podíamos imaginar todo esto. Teníamos solo un sueño, pero muy informe, indefinido. Sin embargo, caminando sin saber a dónde ir, caminamos con tanta fuerza como si lo supiéramos. ¡Y mira dónde estamos!».