Las palabras de Worstall no hacen sino reavivar un debate que, aunque venía de antes, se ha reactivado con el referéndum celebrado en Grecia en julio de este año y que preguntaba a los helenos si querían cumplir las condiciones de Europa para pedir un tercer rescate. Como sabemos, después de toda la parafernalia de la consulta vinculante, Tsipras accedió a las condiciones impuestas por la Eurozona, más duras aún que las que propuso en un principio. Con lo cual, la vinculación que exigía la votación no fue tan fuerte como preveían los helenos que acudieron ilusionados a las urnas. Hoy por hoy, la pregunta del millón no sólo en Grecia sino en muchos otros estados miembros es: ¿debería acabarse la zona euro?
Para Worstall, la solución a la crisis de la zona euro pasa porque Alemania salga de la misma, ya que «la reevaluación de su moneda podría resolver el problema bastante bien», según declaró a 'Forbes'. De igual forma, asegura que el miedo que tiene Europa es que «la mayor amenaza para la continuidad del euro no es que Grecia lo abandone, sino que podría salir y luego prosperar». De ocurrir eso, Italia y España seguirían al país heleno, lo que supondría la desestabilización política y económica de la UE, tal y como fue entendida en 1951 por el Tratado de París. La razón para que estos estados miembros adoptaran este comportamiento sería bastante simple: entenderían que el euro es reversible, tal y como proclama Worstall.
Y es que a juicio de la mayoría de los economistas internacionales, el euro fue una mala idea desde todos los prismas posibles, aunque los líderes de la Troika se esmeren en hacernos creer que la moneda única fue la mejor apuesta europea de la historia. Mientras los políticos vieron en el euro un paso hacia adelante en el proceso de unificación de Europa, los economistas veían, y siguen viendo, claras lagunas en las mejoras que la moneda europea traería a la población. Porque, en primer lugar, los estados miembros deberían haber entendido que cuando entraron en el euro comenzó a aplicarse la famosa prima de «Todos a una como en Fuenteovejuna». Y esto quiere decir que todos los estados responderían como uno solo tanto en las duras como en las maduras. Y esto, cuando el barco (o, el banco mejor dicho) va viento en popa y a toda vela, sienta muy bien a los bolsillos de todos los europeos, pero cuando hay una fuga de capital, el dinero se nos escapa por ese molesto agujerillo en el pantalón por el que las monedillas se nos van cayendo al suelo...
Puestos a plantearnos en serio la ruptura de la zona euro ¿cuáles son los principales problemas de la Eurozona a día de hoy?
(1) Un cambio mínimo frente al dólar
La cotización del euro frente al dólar sigue bajando en una tónica que no ha cesado desde que empezara la crisis económica en 2008. Desde la apertura del ejercicio económico de 2015, la moneda europea ha perdido un 22,5% de su valor, según Business Insider. Hoy por hoy, el euro tiene un cambio mínimo de 1,0733 dólares, siendo la cifra más baja desde 2003. Lo que significa que la primacía prometida del euro sobre el dólar, que llevó a miles de ciudadanos residentes en suelo europeo a decir sí a Europa, ya es sólo un recuerdo.
(2) La espada de Damocles de una nueva crisis de deuda en Grecia
Según el economista Taylor Cowen, el colapso fiscal que ha experimentado Grecia en los últimos años, unido al tercer rescate, podría suponer la salida del país heleno de la zona euro. Además, el economista sostiene que el partido gobernante (Syriza) no tiene estrategia de negociación alguna. Y además, afirma que la debacle financiera helena demuestra que el país griego no encaja en la estructura de la zona euro, y por tanto augura su marcha más pronto que tarde.
(3) El contagio
Para el economista, las concesiones a Grecia también tendrían un efecto dominó en la política económica española, ya que «envalentonarían a Podemos», la Syriza española, en su lucha contra la estructura del bloque financiero reinante en Europa. También existiría el riesgo de contagio a países como Italia. En este sentido, a su juicio, la salida de Grecia del euro, seguida por la marcha de otros países, como España o Italia, provocarían que la moneda del viejo continente se hundiera aún más. Sin embargo, la salida alemana de dicha moneda, tal y como dice Worstall, podría demostrar que el euro es reversible, y que se puede ser próspero financieramente sin pertenecer a la moneda única. Y esta idea que ha prendido como una mecha está propagándose por los países más castigados por la crisis financiera.
(3.1.) El caso de España
Todo esto llega a España en un momento en el que los líderes políticos del Partido Popular, partido gobernante, comienzan a hablar de recuperación económica. Por ello alertan de que la llegada de la Syriza española (Podemos) al poder supondría la debacle de todo el esfuerzo hecho durante la crisis económica. Sin embargo, la pregunta que cada vez ronda más las mentes de los españoles es: ¿deberíamos salir del euro?
Antes de dar respuesta a esta pregunta hemos de tener en cuenta que la troika (CE, BCE y FMI) propuso a Grecia la semana laboral de seis días, el retraso en la edad de jubilación, la reducción de los plazos de anuncio de despido y las indemnizaciones a la mitad, y la eliminación de miles de puestos de trabajo funcionariales, como condiciones para acceder al tercer rescate. Si Europa nos quisiera imponer estas cláusulas a los españoles a día de hoy, podríamos decirle «adelante, con nuestra flamante reforma laboral, ya hemos hecho todo eso». No ha hecho falta ni que lo pida la gran nación de naciones... Lo que demuestra también, que aunque Europa somos todos, cada estado miembro afronta las consecuencias de pertenecer a la Eurozona de diferente forma, y que la UE impone medidas económicas a cada país que difieren dentro de la zona. Porque aunque aspiramos a la unidad, lo cierto es que Europa está hoy por hoy más desunida y enfrentada que nunca. Y que ya ni el euro consigue mantener una unidad ficticia a juicio de muchos.