Lovely to see how elected representatives think they are so special. Esperanza Aguirre seemed unaware that bus lanes, especially in Gran Via (centre of Madrid), are designed for buses and taxis and not politicians. Of course «everyone is equal before the law.» This applies particularly to those implicated in the long running Noos, Ere, Gurtel and Bárcenas sagas. The role of Party Treasurer must be particularly well paid if in the space of ten years it is possible to save more than €40million in a Swiss bank.
Desde hace varias semanas, los medios de comunicación dominantes se han dedicado unánimemente a denunciar las acciones de Vladimir Putin, primero en Crimea y ahora en Ucrania.
La última portada de The Economist representa un oso tragando Ucrania, bajo el título de «insaciable». La unanimidad en los medios de comunicación es siempre preocupante, porque revela algún reflejo instintivo. ¿Es posible que se esté manifestando la inercia de 40 años de Guerra Fría?Chernóbil vive instalado en la memoria colectiva del mundo. El 26 de abril de 1986 se fundió el núcleo del reactor número cuatro de esta central nuclear ucraniana, por entonces dentro de la Unión Soviética, provocando el accidente nuclear más grave de la historia. Hoy se cumplen 28 años de este suceso que «puso en evidencia la peligrosidad de esta fuente de energía, puesto que tuvo y tiene todavía unos efectos devastadores», según Ecologistas en Acción.
En el volcán que se está convirtiendo estos días la frontera oriental de Ucrania, hay mucho más en juego que la supuesta protección de unos rusos fuera de su país de origen, las intenciones expansionistas del presidente ruso, Vladimir Putin o la defensa de la democracia por parte de Bruselas. Detrás hay unas relaciones económicas y políticas de gran importancia para la Unión Europea y Rusia, que se han ido forjando con altibajos desde la caída del telón de acero.
Desactivar la tensa situación en Ucrania requiere más que un pacto en Ginebra. En primer lugar que Putin deje de escucharse a sí mismo y preste atención a lo que le dicen Ucrania, Estados Unidos y la Unión Europea. Algo que no parece muy probable.
En la verde ladera de una colina al sur de la frontera rusa, un eslogan se cierne sobre la ciudad de Oskemen: «Kazajstán». Cuando se instaló, en 2009, para fomentar el patriotismo kazajo, parecía declarar lo obvio. Pero ahora que Vladimir Putin se ha autodesignado defensor de los rusos en todas partes, y que se ha anexionado la península de Crimea, el eslogan parece que cobra sentido, por lo menos para los líderes kazajos en Astaná.