Intereses nacionales egoístas amenazan la próxima cumbre de la Organización de las Naciones Unidas sobre migraciones, que reunirá a representantes de todos los países para diseñar una estrategia más humana y coordinada que haga frente a los grandes movimientos de refugiados y migrantes.
Cuando los líderes de la Unión Europea disfruten el jueves 17 y el viernes 18 de sus vuelos exclusivos, sus suites de lujo y sus limusinas oficiales, en una nueva cumbre en Bruselas, para adoptar una decisión final sobre su propuesto plan de usar los refugiados como moneda de cambio, es probable que 20.000 sirios sigan aún en el campo de refugiados de Idomeni en Grecia, en una situación descrita como «peor que la Primera Guerra Mundial».
En el apartamento de su hermana en la ciudad palestina de Beit Hanoun, en el territorio de Gaza, Iyad Yusef, de 42 años, todavía no puede creer cómo pudo salir de Siria y llegar hasta allí. La guerra le obligó a huir junto a su familia.
Cuando los sirios han conocido que importantes dirigentes mundiales se acaban de embarcar en una confrontación sin precedentes, amenazando incluso con desatar la III Guerra Mundial, en vez de acordar un alto el fuego humanitario, seguramente han caído en una desesperación aún más profunda.
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Los «cinco grandes», los Estados militares más poderosos de la tierra – Estados Unidos, China, Francia, Gran Bretaña y Rusia - han acordado que ya es hora de acabar con la tragedia humana que es la guerra civil en Siria, próxima a cumplir cinco años.
Alaa Arsheed, un violinista sirio de 29 años refugiado en Italia, se ha convertido en la prueba viviente de los efectos positivos que puede tener la migración en los países de acogida. «Hoy tengo la oportunidad de hacer realidad mis sueños».