Hace un solo día, en una publicación digital que leo a diario y donde se ejerce –en general- un periodismo de cierta calidad, me vi sorprendido por un titular de claro sesgo antisemita. El titular encabezaba una historia de interés, por eso me pareció aún más inquietante. ¿Cómo es posible?, me dije.
Este domingo llegarán a Madrid los dos periodistas españoles que han permanecido durante 194 días en cautiverio en Siria. Según el diario El Mundo, en el que trabaja Espinosa, el periodista llamó a la redacción desde Turquía para decir que estaban en libertad: «fueron entregados a militares turcos, que posteriormente se pusieron en contacto con las autoridades españolas».
Respeto de los derechos de autoría de los periodistas. Eso es lo que demandan -desde la capital de la Unión Europea- la Federación Internacional de Periodistas (FIP) y su rama continental, la FEP. Son las mayores organizaciones del ramo en el mundo y han hecho llegar su petición a los parlamentarios españoles en un contexto de cambio de la legislación.
La Federación Internacional de Periodistas (FIP) y la Federación Europea de Periodistas (FEP) unen su voz a la de los colegas de Rusia, quienes piden el respeto de los estándares del periodismo ético en los medios de comunicación que informan -en todo el mundo- de la crisis de Ucrania.
Según el periódico de Cataluña para el que trabaja, Marc Marginedas ha sido liberado esta madrugada. Su primera parada ha sido en Turquía donde se ha sometido a un exámen médico.
El periodismo de investigación de medios convencionales y digitales vive tiempos de premios e inusitado impacto social en América Latina. ¿Significa que hay un auge de este género, favorecido por Internet? Tres referentes del fenómeno ofrecen algunas respuestas.