Grecia se ha hartado del yugo de Europa. Ni el corralito, ni la incertidumbre sobre su futuro incierto, ni la debacle que la Unión Europea auguraba si el 'No' ganaba en el referéndum, ni el hipotético rechazo de los estados miembros de la UE, han conseguido hacer mella en el espíritu democrático de un 61,31% de los electores griegos, que el domingo echó a andar hacia las urnas con un brillo en los ojos que la mayoría de electores europeos hemos perdido.