La estrategia del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, para «degradar, y en última instancia destruir,» al extremista Estado Islámico (EI) ha sido recibida con escepticismo generalizado por legisladores y expertos de este país en Oriente Medio.
La mujer entró a la oficina de prensa del Frente Islámico cerca de la frontera con Turquía estaba a punto de desmayarse bajo el fuerte sol, pero lo único que le importaba era su bebe. La mujer es una más de los tres millones de refugiados sirios que se esfuerzan por mantener a sus hijos sanos y salvos frente a los innumerables peligros de las zonas de guerra, los campos de refugiados y el hecho de carecer de ciudadanía.
El presidente estadounidense Barack Obama ha anunciado que su gobierno busca la destrucción de la organización extremista Estado Islámico (EI), mientras que Amnistía Internacional acusa al grupo de estar llevando a cabo una limpieza étnica en Irak de «dimensiones históricas».
¿Es esta una de esas escasas ocasiones en que los responsables políticos hacen autocrítica para corregir un error gigantesco? ¿O es un frío giro radical guiado por el puro interés?. El 15 de agosto, los ministros de Relaciones Exteriores de la Unión Europea decidieron en Bruselas que sus países tendrán la libertad de suministrarle armas a los rebeldes kurdos que combaten a los extremistas sunitas del Estado Islámico (EI) en el norte de Iraq. Incluso Alemania, que siempre se ha negado a armar a los combatientes en "zonas de conflicto", está dispuesta a suministrar vehículos blindados y otros equipos a los kurdos que luchan contra el avance del EI.