* Artículo conjunto de los ministros de Relaciones Exteriores de la República Checa, Alemania, Hungría, Polonia y Eslovaquia
La noche del 1 de mayo de 2004, Europa se encontraba en un estado de ánimo festivo. Cuando los fuegos artificiales se iniciaron a la medianoche, el puente que une Frankfurt Oder, en Alemania, con Słubice, en Polonia, se lleno de ciudadanos de los dos lados del continente europeo, dividido durante décadas, para reunirse en un mismo lugar. Esa imagen quedó reflejada en múltiples fiestas de muchos otros lugares de Europa - en la República Checa, Eslovaquia y Hungría- que se unían durante esa noche especial hacia el interior del proyecto de unificación europeo.
El viejo dicho de que no hay mal que por bien no venga resuena con fuerza estos días en los corrillos del sector energético español. La crisis de Crimea y el riesgo de que Rusia cierre el grifo del gas, ha puesto de manifiesto la necesidad de reorientar la política energética de la Unión Europea y de buscar nuevas fuentes de suministro. Y en esa reorganización España podría ser una pieza clave para hacer frente al poder del Kremlin.
En el volcán que se está convirtiendo estos días la frontera oriental de Ucrania, hay mucho más en juego que la supuesta protección de unos rusos fuera de su país de origen, las intenciones expansionistas del presidente ruso, Vladimir Putin o la defensa de la democracia por parte de Bruselas. Detrás hay unas relaciones económicas y políticas de gran importancia para la Unión Europea y Rusia, que se han ido forjando con altibajos desde la caída del telón de acero.
Según los principales científicos del clima las emisiones humanas de gases de efecto invernadero han crecido más rápidamente entre 2000 y 2010 que en las tres décadas anteriores, a pesar de la adopción simultánea de leyes nacionales para reducirlas en distintos lugares del planeta,
El Producto Interior Bruto (PIB) ruso podría pasar de crecer algo más de un punto a decrecer casi dos durante 2014 si el arriconamiento internacional de Moscú continúa, como protesta ante las actuaciones del gobierno de Vladimir Putin en Crimea.
J. Marcos y M. Ángeles Fernández
Más de 300.000 europeos enferman cada año por consumir agua contaminada, según revela la Organización Mundial de la Salud (OMS). Diferentes estudios y estadísticas corroboran que el agua potable en Europa es la más segura del mundo, pero aun así hay que estar alerta. Sobre todo, a la bacteria E. coli (Escherichia coli) y al norovirus, dos de los microbios que más trastornos gastrointestinales provocan.