El resultado de los comicios municipales y autonómicos del 24 de este mes en España puede ser recordado en la historia como el principio de una nueva época de verdadera innovación.
Se duda que el acontecimiento se pueda convertir en una nota al pie de página de mínima y transitoria presencia en el devenir político desde la transición a la democracia. Pero subsisten numerosos enigmas para descifrar el impacto futuro.
El Frente Nacional se ha visto ampliamente favorecido por los medios de comunicación franceses, europeos e internacionales. Esa es la verdad, en contra de las habituales protestas de sus líderes, desde el padre fundador, Jean-Marie Le Pen, hasta su hija Marine, líder actual. Y su impacto es siempre menor del que logran hacer creer sus dirigentes, con ayuda de los medios.
Tras la segunda vuelta de las elecciones municipales, no es oro todo lo que reluce para los vencedores. Incluso para la victoriosa derecha de la Union pour un Mouvement Populaire(UMP), que tiene sus puntos negros. Y sabe que ha triunfado por deméritos del adversario, más que por ganas verdaderas de los electores. Tampoco el supuestamente «imparable» Frente Nacional (FN) de Marine Le Pen impacta donde más deseaba.
Alcaldes del Frente Nacional: un viejo olor a podridoNo se trata únicamente de lo inquietante que resulta el fenómeno del ascenso de la extrema derecha en Francia, en realidad el Frente Nacional ha sido siempre un desastre como gestor. Y con algunas pocas excepciones (Bénin-Beaumont, Beziers, etcétera) lo más absurdo es que sus resultados de la primera vuelta, no fueron tan impactantes como su reflejo mediático. Nuestras propias reacciones periodísticas, con frecuencia, retroalimentan un experimento a menudo teñido de fracaso administrativo.