Don Darío Villanueva, director de la Real Academia de la Lengua, debe dimitir. Sus últimas declaraciones, ampliamente difundidas por la agencia EFE, le incapacitan para estar al frente de una institución tan importante como necesaria para el correcto uso de la lengua española hablada en el mundo por más de quinientos millones de personas.
Cuando alguien piensa en los académicos de la lengua, lo más probable es que visualice a un grupo de señores canosos, vestidos con traje oscuro y corbata, que ya ha superado la cincuentena. En efecto, ellos son plenamente conscientes de ese «sambenito de institución arcaica y elitista», que con cierto humor define Darío Villanueva, que tomará las riendas de la RAE el próximo mes de enero. Sin embargo, espera que su mandato sirva para enterrar ese tópico y pocos días antes de hacerse con el bastón de mando hace gala de su firme apuesta por adaptarse a los nuevos tiempos.