Numerosas líderes de países insulares del océano Pacífico aclamaron el acuerdo alcanzado en la COP21 para frenar el cambio climático. Pero para esos países, que consideran al recalentamiento planetario como la principal gran amenaza a su existencia, solo será un éxito si a las palabras le siguen acciones concretas.
Muchos en el mundo consideran que la energía renovable es una buena solución de desarrolloe, tanto para los países industrializados como para los que no lo están. Los países se dan cuenta lentamente de que el uso de carbón y la enorme cantidad de emisiones contaminantes que genera dañan al ambiente e impactan sobre nuestras actividades cotidianas.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha revelado formalmente los detalles de su Plan de Energía Limpia para la reducción de carbono que, en un discurso previo filmado y publicado en la red social Facebook, describió como «el paso más grande e importante de la historia para el combate contra el cambio climático».
Finalmente, tras una infancia difícil, el Fondo Verde para el Clima ha comenzado a dar sus primeros pasos. La gran interrogante ahora es qué rumbo tomará. Organizaciones de la sociedad civil sostienen que la propiedad local, la sostenibilidad y un firme compromiso con la energía limpia son algunos elementos no negociables para que pueda prosperar el FVC.
Ejecutivos de todo el mundo se han reunido en la capital francesa para una «Cumbre de negocios y el clima», mientras que manifestantes de la sociedad civil protestaban contra las empresas participantes, por considerar que «están en el origen» del cambio climático.
Está claro que no se va a alcanzar la meta de controlar el cambio climático. En la comunidad científica, muchos reclaman medidas inmediatas, pero en aras del realismo político se aceptó un objetivo poco ambicioso. Resumiendo, el acuerdo era detener el aumento del clima antes de 2020 y desde ese año dar inicio a un proceso destinado a revertir gradualmente el cambio climático hasta niveles seguros, para ser concluido antes de 2050. No obstante, en los últimos cuatro años ya se ha registrado un aumento de la temperatura de un grado, y solo resta otro grado hasta 2020.
Un año más se ha evidenciado la falta de compromiso político frente al mayor desafío que debe afrontara humanidad. La cumbre sobre Cambio Climático de Lima ha finalizado sin dar respuesta a unas demandas basadas en el conocimiento científico y sin estar a la altura de una urgencia planetaria sobre la que no caben dudas. El texto alcanzado queda a la espera de que las distintas naciones emitan sus compromisos de reducción de emisiones, y que estas sean suficientes para limitar el calentamiento global a niveles aceptables.