Las exigencias de las corporaciones y las presiones de los países industrializados para expandir el sistema de patentes a escala mundial, se apoyan en el argumento de que las patentes promueven la innovación y contribuyen al bienestar social, político y económico, con independencia del nivel de desarrollo de los países que las otorgan y las aplican.
Esta tesis ignora el hecho de que las patentes no tienen el mismo impacto en países con diferentes niveles de industrialización, capacidad de investigación y desarrollo, y acceso a capitales para financiar la innovación, entre otras características.