La Sexta Cumbre del BRICS ha concitado más atención que las demás reuniones de su tipo en la corta historia de la alianza, y no solo de sus propios miembros: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Dos grupos externos definidos por intereses divergentes han seguido de cerca la cumbre, celebrada en la nororiental ciudad brasileña de Fortaleza y en Brasilia la pasada semana.
Las primeras instituciones comunes del BRICS son financieras y nacen como sucedáneo de las reformas en un sistema internacional donde persisten desequilibrios de poder, ignorando el nuevo peso de los países emergentes. Pero el Acuerdo de Reservas de Contingencia, el fondo monetario de los países del BRICS, también se creará sin equilibrar la composición de sus recursos, y eso podría repetir hegemonías corrosivas.
El desarrollo inteligente es el que concilia un avance económico, inclusivo y sostenible, explica el economista indio Nanak Kakwani, autor de una nueva metodología para medir la pobreza. Ahora hay un intento académico de medirlo en el bloque BRICS, empezando por Brasil. Los países emergentes, como los integrantes de ese bloque (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), deben reflexionar sobre el tipo de desarrollo que quieren alcanzar.
La sala de conferencias del director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), más conocida como la Sala Verde, ha sido durante años el centro de poder en la sede del organismo en Ginebra, donde un puñado de delegados se reunían para tratar temas importantes.
Entrevista con Federico Steinberg, investigador del Instituto Elcano
La crisis económica que desde 2007 afecta principalmente a Estados Unidos y la Unión Europea ha permitido que otras economías emerjan como nuevas potencias mundiales. Este es el caso de China, que en estos momentos posee más del 80% de la deuda de ambos bloques. Junto con ella otros países, como la India, Rusia o Brasil han ido ganando terreno en la esfera internacional.