El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos Zeid Ra'ad Al Hussein ha celebrado el veredicto contra Radovan Karadzic, por el Tribunal penal internacional para la antigua Yugoslavia, que ha calificado de 'muy importante'.
«Hay que europeizar los Balcanes para evitar la balcanización de Europa». Escribí estas palabras, junto con el politólogo francés Jacques Rupnik, en 1991, justo cuando estallaba la guerra entre los Estados sucesores de Yugoslavia. Los combates iban a durar hasta el fin del decenio, se cobrarían miles de vidas y requerirían la intervención de la OTAN en dos ocasiones (en Bosnia en 1995 y en Servia en 1999).
La región de los Balcanes vive una de las peores primaveras de su historia, después de que 47 personas murieran en las inundaciones más graves en 120 años y que decenas de miles de bosnios, croatas y serbios fueran evacuados de sus casas.
Uno de los secretos mejor guardados de la desaparecida Yugoslavia ha quedado a la vista con la divulgación en Internet de los nombres de 16.101 reclusos de Goli Otok, o la Isla Desnuda, el gulag al estilo soviético que creó el régimen de Tito hace 65 años.
Neven Pelicarić, es uno de los primeros diplomáticos que trabajaron en el exterior cuando su país todavía estaba en guerra. Su primer destino fue la ONU donde trabajó unos 8 años, luego llegó Viena, volvió a su país donde ha sido secretario general para Europa y desde 2008 es embajador en España. Dentro de unos días regresa de nuevo a Zagreb.
Hace 20 años Europa contemplaba, avergonzada, horrores que creía que no tendría que volver a verr después de la II Guerra Mundial. Musulmanes, católicos, ortodoxos, bosnios, croatas y serbios se mataban entre sí. Veinte años después del inicio del conflicto sus niños estudian en la escuela versiones diferentes de una guerra que los marcó para siempre. Sarajevo se convirtió en la capital mártir de un conflicto que nadie supo evitar.