Sin quererlo y con mucho dolor Grecia se ha convertido en la avanzadilla de Europa. Fue el primer país en pedir un rescate exterior, el primero en sufrir sus consecuencias y ahora el primero que puede romper el bipartidismo e intentar una nueva forma de gobierno. Lo malo de ser el primero es convertirse en conejillo de indias en el que se prueban las teorías mal diseñadas.
Tras la última votación en la que el Parlamento griego ha dicho no definitivamente al candidato del Gobierno, Stavros Dimas, para ocupar la presidencia del país, la Comisión Europea ha emitido un comunicado en el que de forma escueta dice que «Grecia debe comprometerse firmemente con Europa y apoyar las reformas que favorezcan el crecimiento». En otras palabras, no deben votar de forma mayoritaria a Syriza.
Por tercera y última vez el Parlamento griego intentará este lunes, elegir presidente de la república. El candidato del gobierno, una coalición de conservadores y socialistas, es el excomisario europeo Stavros Dimas. Si no logra la mayoría esta vez el Parlamento se disolverá de forma automática y se convocarán elecciones legislativas anticipadas que podría ganar el candidato de la izquierda Alexis Tsipras.
El gobierno griego no ha conseguido que saliera elegido presidente en la primera vuelta su candidato. Ante la posibilidad de tener que adelantar las elecciones legislativas intenta a toda carrera ampliar sus alianzas, porque según las encuestas en este momento el partido de izquierda Syriza va por delante con un 28,5 % de intención de voto frente al 24,9 % del Gobierno.