Por Peter Fieldman
This has been a tough year for Greece. In January, elections brought the radical left wing party Syriza to power for the first time in a coalition government and its charismatic leader 41 year old Alexis Tsipras became a central figure in negotiating Greece's bail out with the European Union, Central Bank and IMF.Durante todo el primer semestre de este año, desde que en enero llegó al poder Syriza, la saga griega prácticamente monopolizó la atención de los políticos de Europa. Incluso mientras la economía de su país se desmoronaba, el nuevo gobierno griego se mantuvo firme en su exigencia de obtener alivio para su deuda sin someterse a planes de austeridad.
Un gobierno griego obligado a doblegarse hasta lo imposible, un referendum ignorado, la complicidad francogermana herida, la diplomacia por el compromiso europeo reemplazada por ultimatums, el euro en el limbo, grandes zonas de Europa contagiadas por el resentimiento y el temor a los alemanes, y 83.000 millones más de euros malgastados en un paquete de rescate condenado al fracaso. No es exactamente como se supone que deben funcionar las políticas de éxito.
¿De qué se trataba? ¿De decir quien manda?... pues en eso están y en eso han empleado diecisiete horas entre el domingo y el lunes los dieciocho líderes de la eurozona. Ahora Alexis Tsipras, primer ministro griego, deberá volver a su país y presentar las conclusiones para que sean aprobadas por su gobierno y posteriormente por el Parlamento.
Las narrativas son importantes, sobre todo cuando se mezclan con intereses rígidos. Mientras Grecia y sus acreedores coquetean con la catástrofe, recibimos una imagen clara sobre cómo las narrativas contrapuestas y en conflicto puede conducir an resultados en los que todos pierdan.
El pueblo griego ha hablado. En un referéndum que será histórico, ha rechazado decisivamente el acuerdo ofrecido por los acreedores de su país. Sin embargo, en el partido gobernante, Syriza, las cosas no están tan claras.
The Greek people have spoken. In an historic referendum, they have decisively rejected the deal offered by their country's creditors. Within the ruling Syriza party, however, things are not quite so straightforward.