El 12 de junio de 1985 fue uno de esos días que los europeístas españoles no olvidarán. Un acto solemne al caer la tarde en el Palacio Real de Madrid sirvió para escenificar la adhesión de España a la Unión Europea. Después llegarían las ayudas de la PAC, los fondos de cohesión, el euro y la peor crisis económica de la historia. Han pasado 30 años de aquel tratado que cambió la vida de los españoles, y ahora, para una España convertida en contribuyente neta, los retos son muy diferentes.
Con motivo de este aniversario la asociación Europa en Suma ha reunido a europarlamentarios de diferentes ideologías políticas para reflexionar acerca del papel que deberá jugar España y el modelo de Europa en que tendrá que hacerlo.
Seguramente si Schumann, Monet, Adenauer y el resto de los llamados Padres de Europa levantaran hoy la cabeza sentirían orgullo de lo logrado hasta ahora. El escenario post-bélico que ellos vivieron poco tiene que ver con la Europa que ha conseguido una plena unión monetaria. Sin embargo, hacer frente a la crisis y consolidar el crecimiento económico se ha convertido en un desafío fundamental para asegurar la continuidad de la Unión.
«Hoy Europa no es solo la Europa de la política de cohesión que tantos cambios supuso para España», ha opinado Iratxe García, eurodiputada socialista en alusión a cómo los fondos europeos han posibilitado el desarrollo de algunos territorios. Para la europarlamentaria, la crisis ha condicionado en cierto modo la «perspectiva» de los españoles, que se han «olvidado» de que España también debe aportar a Europa. «En estos años ha faltado una política económica que complementara la política monetaria», ha criticado en referencia a las medidas de austeridad impuestas desde Bruselas, que a su juicio han servido para «crear mucho dolor y sufrimiento».
También crítico con la política de austeridad, Willy Meyer, eurodiputado por Izquierda Unida hasta 2014, ha abogado por llevar a cabo un proceso constituyente, «porque el proyecto regional no da más de sí». Para Meyer Europa debería avanzar hacia una economía al servicio del pleno empleo y los servicios públicos de calidad. «El problema es que ahora elegimos a un Parlamento Europeo que no tiene definidas las competencias federales en los Estados miembros», ha lamentado. «Un Banco Central Europeo sin tesoro público no puede funcionar», ha añadido.
José María Gil Robles, presidente del Parlamento Europeo entre 1997 y 1999, que en el panel de este viernes ha representado al Partido Popular, ha matizado que pese a todo, el modelo económico europeo es el de «una economía social de mercado». Gil Robles reconoce que «no es perfecta» y que todavía falta mucho por hacer, pero ha recordado que el modelo empleado en los 60 años de historia europea ha servido para crear en el viejo continente la economía más próspera y con mayores prestaciones sociales. «El euro es nuestro lazo más fuerte, no es perfecto, pero si no se hubiera hecho lo habríamos pasado mucho peor», ha asegurado.
Retos más allá de la economía
En un momento en el que Europa intenta reconstruir una economía que la crisis ha dejado en ruinas existe el riesgo de centrarse en lo urgente, es decir, el crecimiento económico, y olvidar otros problemas igualmente importantes. Es por ello que Gil Robles ha invitado a mirar más allá de lo meramente económico. En su opinión, los desafíos de futuro pueden resumirse en cinco puntos fundamentales: mantener una economía saneada, garantizar la seguridad, hacer frente a la inmigración, democratizar las instituciones europeas y avanzar en los acuerdos con terceros. «Ya estamos haciendo algunas cosas», ha añadido.
«Si no somos capaces de resolver el problema de la inmigración la dignidad de Europa se hundirá en el Mediterráneo», ha advertido Iratxe García en este sentido. Para ello es necesario fomentar tanto las políticas de integración como las de vecindad. Aunque Willy Meyer ha advertido que todo debe hacerse paso a paso, y respetando los derechos humanos. «El objetivo debería ser ir hacia una Europa federal con una política exterior autónoma que no dependa de la política de seguridad americana», ha advertido el que fuera eurodiputado por Izquierda Unida. A todo ello habría que añadir la amenaza que suponen ahora los euroescépticos, un aspecto que preocupa a todas las instituciones europeas.
Para Ignacio Molina, investigador para Europa del Real Instituto Elcano, la crisis ha supuesto un punto de división en el seno de la Unión, defraudando a muchos europeos, «y en particular a los españoles». Sin embargo, considera que este momento supone a la vez una oportunidad para relanzar la Unión Europea. «Ya está sobre la mesa la posibilidad de abrir los tratados y ahora lo importante es terminar de ganar la confianza de los ciudadanos», ha asegurado.
Iñigo Méndez de Vigo, secretario de Estado para la Unión Europea ha recordado durante la clausura de la jornada que «hay que cuidar Europa» y ha hecho un llamamiento para hacer más hincapié en los aspectos positivos, «para que no se nos olvide». Para Méndez de Vigo los principales retos ahora pasan por afianzar la competitividad, hacer frente a la inmigración, mantener la cohesión social y avanzar en la política energética y de medioambiente. «Las instituciones europeas deberían preocuparse de resolver los problemas que de verdad preocupan a la gente», ha concluido.