No fue lo que se dice un camino de rosas. España lo intentó por primera vez en 1962, todavía bajo el yugo de la dictadura, pero Bruselas recordó a Madrid que tener un régimen democrático era un requisito imprescindible y rechazo la petición. Hubo que esperar, por tanto hasta la democracia y fue en 1979 cuando el primer Gobierno de UCD retomó las negociaciones. Fue un proceso largo y tedioso de más de seis años que por fin culminó el 12 de junio de 1985.
Aquel día, el Rey Juan Carlos I y Felipe González firmaron el tratado de adhesión que a España tanto le había costado conseguir, mucho más que a Grecia que en 1981 ya era miembro de pleno derecho de la Unión Europea. Para la ocasión se eligió el Salón de Columnas del Palacio Real, reservado para las grandes ocasiones y en el que se han firmado documentos tan importantes como la reciente abdicación del Rey. Ese día los españoles veían por fin cumplido el sueño de ser europeos, un anhelo que parecía tan lejano durante aquellos años de dictadura franquista que habían condenado a España a vivir aislada del viejo continente.
Durante la apertura de la sesión plenaria en Estrasburgo esta semana, Martin Schulz, presidente de la Eurocámara, también ha querido recordar el aniversario que hoy celebra España y ha destacado «los avances» logrados por el país en estas tres décadas como europeos. «Hace 30 años que se produjo un importante paso adelante; dos naciones que habían vivido en dictadura (en referencia a España y Portugal que entraron en la Unión Europea en el mismo año) se importaban como pueblo democrático europeo», reconocía en su intervención.
«Más África que Europa»
«No nos engañemos, sin estos 30 años, España sería hoy más África que Europa». Así de tajante se mostraba esta semana Ramón Luis Valcárcel, vicepresidente Europeo. Basta echar la vista atrás para darse cuenta de los múltiples beneficios que ha tenido para los españoles ser europeos. En estos treinta años España ha recibido 150.000 millones de euros de los Fondos de Cohesión que han facilitado el desarrollo de muchas regiones. En estas tres décadas la esperanza de vida ha pasado de los 76 años a los 83 y la renta media, que en 1985 era casi la mitad de la media europea, se ha igualado.
Los españoles han conseguido dejar atrás el estigma de vecinos del sur y por primera vez en la historia el país es este año contribuyente neto, lo que implica que ya aporta más a la Unión Europea de lo que recibe. «Eso es que nos ha ido muy bien», reflexionaba Aránzazu
Beristain, directora de la representación de la Comisión Europea en España, con motivo de la celebración del Día de Europa. Y es que 30 años después, la economía española se ha convertido en motor del crecimiento económico de la Unión.
Sin embargo, no conviene olvidar los peajes que el país ha tenido que pagar para lograrlo. Bien lo saben los astilleros que vieron cómo entrar en la Unión Europea implicó un cambio en su modelo de negocio, más si cabe después de levantar el veto a la construcción civil. Algo parecido sucedió con la industria siderúrgica que sufrió una convulsa remodelación para adaptarse al modelo europeo, con un alto coste social y laboral. Entrar en la Unión Europea también ha implicado, por ejemplo, adaptar la pesca de algunas especies al sistema de cuotas que impone la Comisión y poner límites a la producción de algunos productos agrícolas.
Pese a todo, para Valcárcel, España solo puede hacer «balance positivo». «La UE ha sido el Plan Marshall que España nunca tuvo», ha reflexionado en declaraciones a los medios de comunicación con motivo del aniversario. El vicepresidente del Parlamento Europeo ha recordado que el tratado de adhesión sirvió para devolver a España «al corazón de Europa» y que en estas tres décadas el país ha conseguido doblar el valor de su PIB. «Ha supuesto avances importantísimos en la modernización de los españoles, el respeto de los derechos de igualdad y otros valores, la protección de sus ciudadanos y consumidores», ha añadido.
Éxito inacabado
Sin embargo, cuando España intenta remontar el vuelo tras sufrir la peor crisis económica de la democracia, es inevitable tener en este aniversario una sensación de éxito inacabado. «30 años después no todos los deseos se han cumplido, pero la democracia se ha reforzado y estabilizado», reconocía Martín Schulz esta semana en Estrasburgo. El presidente del Europarlamento invitaba a España (y también a Portugal, que también hoy conmemora su adhesión a la Unión Europea) a «seguir trabajando» para estabilizar el Estado del bienestar construido en estos años. «Conviene seguir luchando para que las secuelas de la crisis sean lo menos dura posible».
«Nuestra meta para los próximos años debe ser la europeización de las políticas clave como la política fiscal, la unión bancaria, la seguridad, la defensa....», añadía Valcárcel. Todo ello en un momento en el que afianzar el crecimiento económico resulta clave. «Sería deseable lograr un cambio en las prioridades de inversión: menos proyectos para grandes infraestructuras y más inversión en el capital humano, que fomente la creación de empleo, la educación y el I+D+i», reflexionaba.
En estos años Bruselas ha sido el escenario donde se han tomado grandes decisiones que afectan a nuestro día a día como el roaming, la libre circulación de pasajeros o el Euro. Gracias al apoyo de la Unión Europea en estas tres décadas España ha construido 14.000 kilómetros de Autovías y ha consolidado una de las redes de tren de alta velocidad de mayor calidad del mundo. Por delante quedan ahora retos como la firma del tratado comercial con Estados Unidos o la consolidación de la Unión energética, un proyecto en el que España podría ser clave para que Europa dejara de depender del gas ruso.