Explicar el llamado escándalo de la FIFA no resulta fácil. Por ahora, lo que trasciende (que no es poco) de la investigación estadounidense sobre la organización del fútbol mundial, desvela una posible trama de sobornos y blanqueo de capitales, que además pudiera estar relacionada con la concesión de los Mundiales de Rusia 2018 y Qatar 2022. Este hecho coloca claramente la sombra de la corrupción sobre la organización y por ende de sus responsables.
Resulta curioso consultar la web de noticias de la FIFA y encontrarse con: la noticia de la reelección de Blatter, en primer lugar; seguida (con una voluntad de transparencia) del informe de actividades de la FIFA de 2014; y por último la carta de salida del propio Blatter. Todo ello tan solo en un margen de tiempo de un día.
Pero no solo los pilares de justicia y economía participan. La política no se ha hecho esperar, con movimientos en apoyo a Blatter, desde Rusia por parte de Putin, y en contra desde Europa del ministro británico David Cameron. También cruzan fronteras las acusaciones, que llegan de Rusia a EE. UU. por abuso de poder norteamericano. A lo que Obama, prefiere por el momento solo responder: «La FIFA debe funcionar con integridad y transparencia». Y es que parece que Rusia teme por su mundial mientras que EE. UU. hace como que no le atañe que la Copa América Centenario (torneo también estrechamente relacionado con la trama) se juegue en su territorio.
El resto de grandes poderes políticos prefieren ser cautos y no descubrir el posible resultado de la mezcla del deporte y la política, si es que el deporte pudiera verse representado aquí de alguna manera.
Aunque la investigación por parte de EE. UU. (cuya jurisdicción parece no tener límites) viene motivada, por la conexión de algunos de sus bancos más importantes. También aparecen los nombres de dos entidades europeas: el HSBC británico y UBS de Suiza. Cuya justicia, ha empezado a tomar cartas en el asunto, llamando a declarar entre otros, al presidente de la Federación Española de Fútbol, con puestos de responsabilidad tanto en UEFA como en FIFA, Ángel María Villar.
Por si la tensión política que este escándalo ha comenzado a generar fuera poca, Blatter pasa la pelota a su «filial» europea UEFA, con comentarios como este:
«Cada uno es responsable de su propio comportamiento ético y moral. Yo, como Presidente de la FIFA, no puedo hablar por otros. Permítanme que repita lo que ya dije: los miembros del Comité Ejecutivo no son elegidos por el mismo organismo que yo. A mí me elige un Congreso, y a ellos las confederaciones. Queríamos introducir un mejor control ético de los miembros, pero este proceso de reforma se tuvo que rebajar, a petición de la UEFA, lo que implica que cada confederación es ahora responsable del comportamiento moral y ético de sus miembros».
Se extrae que el problema parte de quién elige a quien, y del «control ético» que se les imponga. Como si lo ético y moral, no debiera ser algo inherente a cada uno de los electos, teniendo en cuenta además, todo lo que el fútbol y el deporte representan.
Mientras que por parte de la UEFA, solo son constantes los rumores conspiratorios de una posible intención de apoderamiento de la FIFA (justificados en base, no solo al aumento de poder, sino también por la posibilidad de boicotear las candidaturas mundiales). Oficialmente solo muestran su malestar y tristeza con la situación de la FIFA. Lo que sí se pone de manifiesto, es la tensión entre las dos organizaciones del deporte rey, que poco a poco se traslada al resto de sus filiales por todo el mundo.
La investigación promete seguir dando sorpresas, mientras se vislumbra un cambio, fruto de una lucha de poderes con connotaciones económicas, políticas... y por desgracia, deportivas. Blatter en su discurso de salida de la FIFA apuntaba:
«Aunque tengo un mandato de los miembros de la FIFA, no siento que tenga el mandato de todo el mundo del fútbol - los fans, los jugadores, los clubes, las personas que viven, respiran y aman el fútbol tanto como todos los de la FIFA.»
Esperemos para bien del fútbol y del deporte, que lejos de tener «el mandato de todo el mundo del fútbol» sean «las personas que viven, respiran y aman el mundo del fútbol» las que manden. Y tuviera así la oportunidad de destacar sobre este escándalo, por ejemplo, un Campeonato Mundial Femenino de fútbol ya en curso.