En el cayuco -donde terminan hacinados los protagonistas junto con otras decenas de personas-, se amontonan las historias y anécdotas de quienes dejan sus tierras y seres queridos, huyen de una realidad que no acaban de aceptar, para enzarzarse en otro mundo que desconocen completamente.
A través de un relato palpitante y lleno de matices, el autor nos presenta en esta novela el África humana, ese continente de mil caras que pide más espacio y más comprensión. Esta novela social con un ritmo soberbio es una puerta abierta a un debate sobre las fronteras geográficas y mentales.
Su libro «Cuentos históricos del pueblo africano» hablaba de África y su última novela «Del sueño y sus pesadillas» también. ¿África es una gran fuente de inspiración para usted?
Johari Gautier Carmona - Lo es, indudablemente. África es una tierra de superlativos. Un continente donde coinciden realidades muy alejadas, muy contrastadas, pero lo que más me interesa es reavivar un vínculo que siempre ha existido entre Europa y África.
Con estos dos libros trato de mostrar que la distancia entre los dos continentes es, en realidad, muy corta, siempre han convivido, ha habido intercambios, aunque enmarcados bajo un cierto estigma. Los europeos han estado muy presentes en África desde el siglo XVII y los africanos se han acercado a Europa en los últimos 60 años. Sin embargo, pervive ese desconocimiento del otro por múltiples motivos.
En «Cuentos históricos del pueblo africano» me acerco a la grandísima Historia de África, desde una perspectiva amplia, con el fin de superar esos primeros y desafortunados encuentros entre europeos y africanos, y en mi novela «Del sueño y sus pesadillas» relato la historia de unos inmigrantes senegaleses que deciden emprender el viaje a las costas europeas. Ambos libros muestran realidades muy atractivas en un sentido literario.
M.A.D. - ¿La migración es un tema que se traslada especialmente bien al campo literario?
J.G.C. - En las migraciones se encuentran grandes relatos literarios. La soledad del migrante, la incertidumbre a la que se ve expuesto, el miedo a lo desconocido, la exposición a los prejuicios son grandes argumentos en un relato, y más cuando ese viaje se hace en condiciones como las que describo en «Del sueño y sus pesadillas», entre las costas de Senegal y las costas europeas, donde el viaje es ilegal y se realiza en unas condiciones inimaginables.
Extrañamente, la migración africana no ha sido objeto de mucha narración. Es cierto que se comenta a menudo en los espacios de noticias, pero de manera muy superficial, sin recoger la realidad humana que precede el viaje, las necesidades, esperanzas, creencias, aspiraciones y ganas de superación.
M.A.D. - ¿Por qué la migración africana ha pasado desapercibida?
J.G.C. - Hablar de migración africana, y de migración en general, molesta en estos días. Los motivos son múltiples: por consciencia, comodidad o miedo. Pienso que hablar de inmigración es hablar también de nuestros propios fracasos y límites en cuanto a la solidaridad, la integración o la igualdad. Por eso, los migrantes –y en este caso los africanos- terminan relegados a un segundo plano. Los migrantes son los fantasmas de nuestras sociedades.
M.A.D. - ¿Qué fue lo que le motivó a escribir esta novela?
J.G.C. - Debo reconocer que la imagen de un desembarque de inmigrantes africanos en la playa de La Tejita en la isla de Tenerife durante el año de 2006 me impactó enormemente. En las imágenes televisadas y en algunos reportajes escritos resaltaba siempre ese contraste surrealista de la comodidad europea, el placer de los turistas y su necesidad de evadir la cotidianidad, frente a la desesperación, la resignación y el arrojo de los inmigrantes africanos.
A partir de ese momento, me quedé pensando en cómo escribir una novela que tuviera como trama principal el viaje de unos inmigrantes senegaleses, teniendo en cuenta su realidad y sus motivaciones para subirse a un cayuco y enfrentarse a una soledad infinita. El primer reto era conocer un poco más de la experiencia de esos viajeros y recoger unos testimonios.
M.A.D. - En su novela, los protagonistas descubren poco a poco la codicia y los intereses que se esconden detrás de la migración. ¿Puede la migración considerarse un gran negocio?
J.G.C. - La inmigración es un grandísimo negocio. Lo es en muchos países de África pero también en Medio Oriente, en países del Este o en Asia. Lamentablemente, una de las características del ser humano es aprovecharse de su semejante, a costa de su propia gente, de su propio país, y esto es algo flagrante en «Del sueño y sus pesadillas».
En su novela «Del sueño y sus pesadillas» los autores son jóvenes que dejan atrás sus familias. ¿Es este el perfil del migrante habitual?
J.G.C. - La gran mayoría de los inmigrantes que suben a una patera son jóvenes. Por eso, en muchas ocasiones, se dice que África se está desangrando. El futuro de África se escapa en dirección de los países desarrollados y, la mayoría del tiempo, no regresa.
M.A.D. - En su obra, las mujeres tienen un papel notable. ¿Ahí está el África que desconocemos?
Nos queda todo por conocer en África. Hemos de volver a descubrir ese continente, sin prejuicios y sin intereses. La mujer siempre ha tenido un papel enorme en la sociedad africana, ella es el pilar de la vida cotidiana. En la casa, tiende a administrar todos los detalles y también están los ejemplos de mujeres como Fatú que se atreven a enfrentarse a los atavismos y al «qué-dirán». Ellas representan esa parte de la sociedad que buscan un cambio, una mejora, por pequeña que sea.
J.G.C. - ¿Qué mensaje quiere transmitir con su novela?
M.A.D. - «Del sueño y sus pesadillas» es antes de todo una ficción que indaga en la naturaleza del ser humano, en los instintos que nos impulsan a las mejores y peores acciones. Los dos protagonistas se ven envueltos en una historia que nunca imaginaron, y que supera todos los conceptos imaginables. Eso es lo que trato de hacer en esta novela: restituir una parte de ese mundo que nombramos muy pocas veces, recrear una realidad que se ha vuelto impensable en medio de tanta comodidad.