Hablamos con Aranzazu Beristain,directora de la representación de la Comisión Europea en España
Han pasado 65 años desde que Robert Schumann dijera aquello de que «Europa no se hará de una vez ni en una obra de conjunto» y los europeos lo están comprobando ahora mejor que nunca. La Unión Europea se enfrenta en los últimos años a la peor crisis económica de su historia, mientras crecen por un lado las dudas acerca de la continuidad de Grecia en el euro y por otro, las amenazas euroescépticas que llegan desde las islas británicas. De todo ello hablamos con Aránzazu Beristain, directora de la Representación de la Comisión Europea en España.
Después de unos años en los que la economía española no planteaba más que dudas para Bruselas, parece que este 2015 han cambiado las tornas. El principal desafío para las instituciones europeas sigue siendo conseguir que la Unión, y por extensión todos los países, vuelvan a la senda del crecimiento económico. Y desde la oficina de la Comisión en Madrid advierten que España se ha convertido en uno de los Estados clave para lograr esa recuperación. «España está siendo uno de los motores de crecimiento de la Unión Europea» asegura Aranzazu Beristain, que reconoce que así lo repite cada uno de los comisarios en sus visitas a nuestro país.
Y eso que no hace mucho llegó a estar en la cuerda floja y que incluso tuvo que pedir ayuda para rescatar el sistema bancario. Sin embargo, ahora los quebraderos de cabeza para Bruselas llegan desde el otro lado del Mediterráneo. La situación de Grecia continúa bloqueada entre un Eurogrupo que exige al país heleno cumplir con sus compromisos y un Gobierno griego que reclama su soberanía para tomar decisiones. «Las negociaciones siguen su curso», explica Beristain, que recuerda que las instituciones europeas y el Eurogrupo ya han dejado claro que pase lo que pase, «Grecia tiene que cumplir con sus compromisos».
Reconocen que se ha perdido «mucho el tiempo», pero creen que en las últimas semanas ya se están dando pasos significativos. En cualquier caso son negociaciones que atañen exclusivamente al Eurogrupo. «La voluntad es que Grecia se mantenga en el euro, y desde la Comisión estamos intentando ayudar». Es más, para Beristain no hay margen para especulaciones acerca de una hipotética salida de Grecia, algo que no va a ocurrir «al 100%». «Con la buena voluntad que existe, se llegará a un acuerdo», espera confiada.
Referéndum a la vista
La Unión Europea tiene que lidiar a su vez con las ideas independentistas que le llegan desde el Reino Unido, cual frente Atlántico. Hablamos con la directora de la Representación de la Comisión Europea en España pocos días después de la victoria por mayoría absoluta de David Cameron, que ya ha prometido un referéndum acerca de la permanencia del Reino Unido en la Unión, y en la oficina de Madrid, así como en el resto de instituciones europeas, se aprecia un cierto ambiente de preocupación. «Desde la Comisión no tenemos más que felicitar a David Cameron y respetar los resultados de las urnas», se resigna Beristain, ya que al tratarse de un tema interno, la Comisión Europea no tiene margen de maniobra.
El propio presidente, Jean-Claude Juncker fue uno de los primeros en felicitar a Cameron tras conocer los resultados. Consideran que pese a todo, lo único que se ha abierto, por el momento, es una fase de negociación en la que esperan lograr «un acuerdo justo para ambas partes», siempre y cuando se respeten las líneas rojas de la Unión, como por ejemplo, la libre circulación de los europeos. «Todo el mundo quiere al Reino Unido en la Unión Europea; es beneficioso para Europa, pero también lo es para los británicos».
Lidiando con el euroescepticismo
En los últimos días el Reino Unido se ha convertido en el mejor ejemplo de hasta dónde puede llegar el llamado euroescepticismo. Es además un problema al que no es ajeno ningún país; ni siquiera España. Basta fijarse en la tasa de participación de las elecciones europeas, que se ha ido reduciendo con el paso de los años, lo mismo que ha pasado con aquello de 'ser europeos' que tanto gustaba decir a las generaciones de la Transición.
«En España somos europeístas», contradice Beristaín. Reconoce que en los últimos años, «sobre todo como consecuencia de la crisis económica», el apego a las instituciones europeas ha ido a la baja. Sin embargo, recuerda que los datos del último eurobarómetro todavía situaban a España como uno de los países más pro europeos, en el que además, los ciudadanos tienen una percepción mejor de las instituciones comunitarias que de las nacionales.
«Para ser verdaderamente conscientes de lo que implica la identidad europea hay que salir más fuera de Europa», asegura. Siempre que alguien pone en duda los beneficios de la Unión, Beristain anima a recordar aquellos años en los que cruzar una frontera se convertía en un calvario donde había que echar mano del pasaporte o buscar inmediatamente un sitio para cambiar el dinero. Eran años en los que además existía para los españoles una menor protección consular, ya que ahora como europeos contamos con la asistencia de cualquiera de las embajadas de los Estados miembros. «Los vuelos low cost, el roaming... hemos evolucionado un montón, aunque a lo mejor los jóvenes no se den cuenta».
Un problema añadido podría ser que por primera vez España deje de ser perceptora de fondos netos. Pese a que algunos puedan pensar que implica dejar de recibir dinero, desde la oficina de la Comisión en Madrid creen que debería interpretarse justamente a la inversa. «Significa que le ha ido bien a España y que por fin ha podido entrar en la liga de los grandes», destaca Beristain. Recuerdan que esto en ningún caso implica dejar de recibir fondos de cohesión o ayudas de la PAC, sino que en realidad supone que España tiene que contribuir a la solidaridad europea porque ahora su renta per cápita es superior a la media.
Con la vista puesta en el futuro
65 años después de la llamada declaración Schumann y cuando parece que la peor crisis económica de la historia por fin empieza a dar muestras de cambio de ciclo, las instituciones europeas animan a mirar hacia un futuro en el que se impone la necesidad de una mayor unión. «En este barco estamos todos y tenemos que remar todos en el mismo sentido, porque si no, el barco se hunde», advierte Beristain.
Un futuro que pasa además por la aprobación del llamado TTIP, el acuerdo comercial con Estados Unidos. «Uno de los objetivos a medio plazo es llegar a firmar el acuerdo, porque tendrá beneficios para los ciudadanos y para las empresas y servirá para impulsar el crecimiento y el empleo, dos de los problemas fundamentales en estos momentos», explica Beristaín, que cree que conseguirlo debería ser un motivo de «celebración». Niega rotundamente que sobre la mesa se haya puesto la posibilidad de privatizar servicios o de modificar la legislación laboral, y achaca las voces críticas a una falta de información al respecto.
«Sería deseable una mayor pedagogía, en todos los sentidos». La directora de la Representación de la Comisión Europea en España cree que es necesario fomentar desde la educación el sentimiento europeo. «Unión Europea somos todos: políticos, ciudadanos...», recuerda. Gracias a estar dentro de la Unión Europea España ha mejorado sus infraestructuras y ha construido, por ejemplo, la generación Erasmus más grande de todos los países europeos. «Los jóvenes españoles han viajado, se ha incrementado nuestro nivel de vida y nuestro nivel cultural», describe. Beristain recuerda que Europa es ya el primer socio comercial del mundo y también el primer donante de ayuda mundial. «Es consecuencia de haber actuado juntos y por eso es necesario seguir avanzando hacia una mayor integración».