Este domingo se ha celebrado una manifestación en Bruselas contra el uso de la energía atómica y en recuerdo de la tragedia de la central nuclear de Chernóbil. El martes, 26 de abril, día en el que sucedió hay convocadas manifestaciones en muchas ciudades europeas.
Se cumplen 25 años de la mayor catástrofe nuclear civil que haya ocurrido nunca en el mundo. Todavía son necesarios más de 1500 millones de euros para que la zona sea ecológicamente viable hacia 2018. Las personas que lo vivieron y que no han muerto sufren enfremedades. Siguen naciendo niños con graves secuelas.
Era la 01h23 del 26 de abril, cuando el reactor número 4 de la central soviética de Chernóbil en Ucrania explotó. Se estaba realizando una prueba de seguridad, se había planificado la parada manual del reactor. Cuatro segundos después se produjeron dos explosiones seguidas de un incendio. El núcleo había explotado Una nube de yodo, lantano, cesio y plutonio se elevó desde la central. La radiación superaba entre 100 y 500 veces la producida por la bomba que arrasó Hiroshima. Una parte cayó en los alrededores, el resto fue empujado por el viento hacia otras zonas de Ucrania, Bielorrusia, Rusia y Europa occidental, llegó hasta Holanda y en algunos lugares de España se detectó una radiactividad superior a la normal.
Han pasado 25 años y aunque el origen del accidente fue muy diferente al de la central japonesa de Fukushima hay cosas que resultan tétricamente parecidas. Las autoridades rusas (entonces Ucrania formaba parte de la URSS) ocultaron lo sucedido, supuestamente para no alarmar a la población. Hasta día y medio después no se comienza la evacuación de la ciudad de Pripiat de 40.000 habitantes, en la que vivía la mayor parte de los trabajadores de la central con sus familias y que estaba situada a escasos 3 kilómetros de Chernóbil, les siguieron hasta 135.000 personas de los alrededores, todos afectados en alguna medida por la radiación.
El mundo no conoce lo sucedido todavía. Dos días después, el 28 de abril, Suecia detecta cantidades inusuales de radiactividad y da la alarma lo que obliga a la agencia de noticias oficial soviética, Tass, a dar una escueta noticia en la que habla como de pasada de un accidente. Hasta el 14 de mayo el jefe del Estado, Mijail Gorbachev no se dirige a los ciudadanos. La verdad es que no sabía qué decir, confesó que la fe que tenían en la seguridad de las centrales nucleares era tal que habrían podido construirla en mitad de la Plaza Roja.
Mientras en la central trabajadores mal equipados y menos informados tratan en vano de apagar el reactor. Primero con agua y después arrojando sobre la central desde helicópteros sacos con unas 4000 toneladas de plomo y arena. En mayo se consiguió refrescar el reactor lo suficiente para comenzar la construcción de un sarcófago que lo encerrara.
Los otros tres reactores han continuado funcionando hasta diciembre de 2000.
Los liquidadores, decenas de miles de personas que prácticamente con las manos desnudas apagaron los incendios y taparon las grietas del reactor número cuatro, han ido muriendo a lo largo de estos años por enfermedades debidas a las altas dosis de radiación que recibieron aquellos días. Los que quedan volverán como cada año para asistir a las ceremonias conmemorativas junto a los parientes de los fallecidos y los afectados. Eran ingenieros, técnicos de la compañía, militares, policías y hasta estudiantes que fueron movilizados para tapar aquel desastre lo antes posible. Según el presidente de la Unión Chernóbil de Rusia, Viacheslav Grishin, «unos construyeron el sarcófago, otros se ocuparon de desactivar los edificios cercanos, otros limpiaron los pueblos de la zona y algunos recibieron como misión el exterminio de toda vida salvaje, desde ratas a conejos, que pudieran transmitir la radiación». Muchos animales salvajes, menos de los que había, han vuelto a la zona de exclusión de 30 kilómetros alrededor de la central, donde el grado de radiactividad es todavía muy alto.
No se conoce el número de fallecimientos ocasionados por Chernóbil, la explosión causó la muerte directa de uno de los técnicos, nunca se encontró el cadaver, unos días más tarde murieron otros 30, Rusia solo reconoce de manera oficial esos 31 fallecidos. Pero la radiactividad mata lentamente. La Organización Mundial de la Salud (OMS), afirma que solo en Ucrania, Rusia y Bielorrusia al menos 5 millones de personas se vieron afectadas por la radiación. El nivel disminuye con el tiempo pero todavía «tendrán que pasar decenas de años para que la naturaleza regrese a niveles que no sean peligrosos», dice el director del instituto ucraniano de radiología agrícola, Valéry Kashparov.