La mejora de la economía de los Estados pasa por tres pilares, según el Ejecutivo comunitario: reformas estructurales, responsabilidad presupuestaria e inversión. Este último se incentivará a través de un Fondo Europeo de garantía de 21.000 millones de euros, que pretende ser el aval necesario para que el Banco Europeo de Inversiones (BEI) preste hasta 60.000 millones de euros a proyectos de inversión. El fondo se convierte en la garantía que la entidad necesita para mantener su inquebrantable Triple A.
En este juego de ingeniería financiera, la Comisión Europea se muestra segura de que, con la ayuda del banco con sede en Luxemburgo, se llegará a movilizar una inversión privada de hasta 315.000 millones de euros para los próximos tres años. Los proyectos aún están por adjudicar y no se sabe aún cómo afectará a cada Estado miembro, pero según fuentes europeas no habrá «cuotas entre Estados», y se elegirán los proyectos según su calidad, sin tener en cuenta «cálculos geopolíticos».
Juncker dijo en su discurso en la Eurocámara, en la votación del nuevo colegio de Comisarios, que era «la Comisión de la última oportunidad», por muchas razones. Una de ellas, pasa por restablecer la confianza a los ciudadanos europeos fustigados tras siete años de crisis económicas y altas tasas de desempleo, en especial en el sur de Europa. Y esa última oportunidad puede venir de la mano del plan que el luxemburgués anunció en julio y del que ha ido dando pocos detalles. Mañana presentará oficialmente el Plan de Inversión ante el pleno en Estrasburgo y el próximo mes en la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno.
El objetivo es movilizar los 315.000 millones de euros para atraer más inversión, que desde que empezó la crisis económica en 2007 se ha reducido un 15% en los Veintiocho, aunque según cálculos del Ejecutivo, en España, Grecia, Irlanda, Italia y Portugal el descenso ha sido aún más pronunciado. Por ello, la Comisión Europea pretende elaborar un plan que, asegura, no es «una solución universal», pero sí permite una estrategia para emprender mejoras económicas que atraigan la inversión.
Fuentes europeas alertan de que hay liquidez, pero que no se utiliza para invertir. Por ello, creen que con el plan de inversión y la garantía del BEI, los inversores se sentirán confiados de nuevo, y podrán emprender proyectos en los Estados miembros. «La Comisión de la última oportunidad» confía en el Plan Juncker, una medida que se añade a las del Banco Central Europeo de mantener los tipos de interés a niveles nunca vistos de tan bajos para que fluya el crédito.