Este domingo se clausura en toda Europa la XXII edición de las Jornadas Europeas de Patrimonio (JEP). Promovidas por el Consejo de Europa y la Comisión Europea y coordinadas en España por el Instituto del Patrimonio Cultural y las diferentes Comunidades Autónomas, es una de las actividades de mayor difusión cultural a escala europea. Se lleva a cabo en los 50 estados firmantes del Convenio Cultural Europeo, lo que significa la práctica totalidad de todos los países del continente.
Del 3 al 6 de octubre, en un gran número de ciudades y municipios europeos ha tenido lugar un importante número de actividades, jornadas de puertas abiertas, exposiciones... con el objetivo de sensibilizar a la población del patrimonio cultural del que gozan los habitantes de esta histórica parte del Planeta. Con estas Jornadas Europeas de Patrimonio se pretende concienciar a los ciudadanos europeos de su riqueza cultural, a la vez que conseguir un mayor reconocimiento y comprensión de la diversidad cultural con el objetivo de salvaguardar un patrimonio que, por su antigüedad y por las acciones del hombre, se encuentra en continuo peligro.
Creadas en 1991 por el Ministerio de Cultura francés, llamaron la atención del Consejo Europeo que las vio como un arma para fomentar la amplia gama de matices culturales de los que se componen las diferentes culturas europeas así como el diálogo intercultural entre las organizaciones y la población.
El patrimonio como medio para combatir el racismo y la xenofobia, favorecer una mayor tolerancia en Europa, trascender las fronteras nacionales, y reforzar el sentimiento europeo de compartir una misma identidad, son algunas de sus características más importantes.
Pero no solo eso, trasladar a políticos y ciudadanos la importancia de proteger nuestro patrimonio y afrontar con ello nuevos desafíos sociales, políticos y económicos que se presentan con el paso de los años, es algo vital para estas Jornadas.
Cada año, estas actividades ofrecen la oportunidad de conocer mejor y promocionar el conjunto del patrimonio, material e inmaterial. Además, ponen de manifiesto el papel que tiene como factor de desarrollo económico y sostenible de las sociedades y la importancia de transmitirlo a generaciones futuras. Una tarea para la que es necesaria la participación conjunta de políticos, organizaciones, empresas privadas, asociaciones y ciudadanos.
En definitiva, el patrimonio europeo constituye para el Consejo de Europa, «un recurso económico y un factor de vínculo social, de diálogo intercultural y de comprensión mutua entre los grupos de población de orígenes diversos que conforman la riqueza cultural de Europa».