El polémico Acuerdo ha conseguido 535 votos a favor y debería entrar en vigor el próximo noviembre. Sin embargo, el aún comisario de Comercio, Karel de Gucht, ya ha dicho estos días que se retrasará hasta el 31 de diciembre de 2015, para mantener las conversaciones trilaterales entre la UE, Rusia y Ucrania. Moscú mantiene ciertas «reservas» por el acuerdo.
Actualmente Ucrania se encuentra en la misma casilla de salida que hace casi un año, cuando el anterior presidente Viktor Yanukóvich, decidió apresuradamente que el Acuerdo de Asociación previsto con la UE, no lo iba a firmar y realizaba un viraje hacia Moscú. Ahora, con un conflicto que se ha saldado con casi 3.000 víctimas, la península de Crimea anexionada y un país partido en dos, Ucrania sigue sin ver ningún acuerdo, porque aunque ratificado es imposible de aplicar por el momento.
El presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Barroso, ha asegurado que la demora no afectará a la economía ucraniana que podrá exportar productos a Europa con la concesión de bajos aranceles. No obstante, Barroso aseguró el año pasado que el acuerdo no estaría en peligro a causa de las presiones de Moscú, aunque el empeoramiento de la situación en el este, a pesar del alto al fuego, sigue siendo un foco de tensión entre ambas potencias. La OTAN denuncia que Rusia tiene desplegadas casi 20.000 tropas cerca de la frontera con Ucrania y 1.000 dentro del país.
Algunos grupos políticos, como la Izquierda Unitaria Europea/Izquierda Verde Nórdica, consideran que las relaciones comerciales entre la UE y Kiev impiden una solución al conflicto. Asimismo, estiman que Bruselas actúa con «la presión de Estados Unidos», ha declarado el español Pablo Iglesias.
En este mismo sentido, Nigel Farage, portavoz de Grupo por la Libertad y de la Democracia Directa, ha alabado el papel de Rusia en la lucha contra el terrorismo y ha insistido en que el acuerdo forma parte de un plan en que «el imperio europeo» intenta «expandirse».
El acuerdo firmado hoy tiene un importante componente simbólico, por ser el detonante de las protestas en la plaza de Maidán en Kiev y mecha del conflicto que tiene dividido al país. El comisario de Ampliación, Stefan Füle, ha señalado que lo que pretende el presidente ruso Vladimir Putin es mantener un «conflicto congelado» en el este de Europa, como ha ocurrido en varias ex repúblicas soviéticas como Georgia, Abjasa y Osetia, y ha asegurado que la UE «no lo va permitir».
Con la demora en la entrada en vigor del acuerdo, la UE mantiene el juego del palo y la zanahoria con Rusia. Por una parte, espera 15 meses más para incorporar a Ucrania a la zona de libre comercio con los socio europeos, pero a su vez aprueba nuevas sanciones contra Moscú. Las últimas fueron adoptadas la semana pasada, en una demora de varios días, sin precedentes en la UE, tras las reticencias de algunos países próximos geográficamente a Rusia.
Finalmente, el Diario Oficial de la UE hacía públicas las nuevas medidas que restringen a Rusia el acceso a los mercados de capital europeos, embargo a la exportación de armamento y de defensa, así como bienes de doble uso civil y militar, y tecnología sensible, incluido el sector energético. También se amplía a 24 personas la prohibición de visados y la congelación de activos a personas y empresas consideradas culpables de «minar la soberanía e integridad» de Ucrania, una lista que incluyen un total de 123 personas y 23 entidades, todas ellas entre el círculo más cercano de Putin.