El mundo aplaude el plan de Estados Unidos de reducir para 2030 el dióxido de carbono (CO2) que emanan sus plantas de energía en un 30 por ciento con respecto a las emisiones de 2005.
La medida, que la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés) anunció este lunes, es especialmente importante dado que la industria estadounidense es la principal emisora de gases de efecto invernadero, que provocan el recalentamiento del planeta.
Su sector energético es, además, el responsable número uno de estas emisiones en el territorio de ese país, con un 40 por ciento del total.
El Plan de Energía Limpia presentado por la EPA asegura que la reducción, explicada a lo largo de un informe de 645 páginas, equivale a la mitad de las emisiones producidas por la energía que utiliza cada vivienda en Estados Unidos durante un año.
El plan no requiere de la aprobación del Congreso legislativo de Estados Unidos, que durante el gobierno de Barack Obama ha rechazado toda iniciativa relacionada con el cambio climático.
La EPA deja a los 50 estados que integran el país la libertad para decidir cómo se cumplirán esas metas. Entre las opciones que podrán aplicar los gobiernos locales se encuentran la mejora de la eficiencia energética, inversión en energías renovables, impuestos al carbono o la eliminación gradual de las plantas de energía a carbón.
Según la Administración de Información sobre Energía de Estados Unidos, el carbón generó el 39 por ciento de la energía consumida en este país en 2013, mientras que las energías renovables, como la hídrica y solar, solo representaban un 13 por ciento.
El Plan de Energía Limpia es la medida «más fuerte que haya tomado el gobierno de Estados Unidos en la lucha contra el cambio climático», declaró Connie Hedegaard, comisaria de Acción por el Clima de la Unión Europea (UE).
Es un paso importante para «un presidente que está realmente invirtiendo de manera política en la lucha contra el cambio climático», agregó la funcionaria europea.
«Hemos esperando mucho tiempo para ver quién sería el primero en pasar por la puerta de la acción climática», expresó el embajador de islas Seychelles, Ronald Jumeau, portavoz de la Alianza de Pequeños Estados Insulares (AOSIS). La elevación del nivel de los mares que provoca el cambio climático amenaza la existencia misma de muchas de estas islas de baja altura.
Históricamente Estados Unidos ha sido el mayor emisor de CO2 en el mundo y por eso es importante que tome la iniciativa, nos dijo Jumeau. «Ya es hora de que otros países que son importantes emisores de carbono den el paso», agregó, como Japón, Canadá, Australia, China e India. «Los pequeños estados insulares nos movemos con rapidez para reducir nuestras emisiones y animamos a todos los que se sumen», dijo.
Varios países insulares del océano Pacífico pretenden generar el 100 por cien de su electricidad a partir de energía renovable para 2020. Ya en 2013 el pequeño país de Palaos, próximo a Nueva Zelanda, se convirtió en el primero en alcanzar esa meta.
Otros países también reforzaron sus medidas. China elevó recientemente su meta de energía renovable y prohibió la construcción de nuevas centrales energéticas a carbón en muchas zonas urbanas. A mediados de mayo, México subió su objetivo de generación de electricidad mediante energía renovable de 15 a 25 por ciento para 2018.
El plan de Washington es parte de una serie de medidas adoptadas recientemente por algunos países para reducir las emisiones, señala Samantha Smith, directora de la Iniciativa para el Clima y la Energía del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). «Esto es muy alentador y debería inspirar a otros a actuar», destaca Smith desde Oslo.
Al tomar una fuerte postura pública sobre las emisiones, Estados Unidos envía el poderoso mensaje de que el país se está alejando del carbón para adoptar la eficiencia energética y las energías renovables, explica Smith.
«Ya hay más y mejores empleos en la industria de la energía solar estadounidense que en la del carbón», agrega.
Según un estudio reciente, la eficiencia energética por sí sola generará más de 600.000 puestos de trabajo especializados, reducirá la contaminación del aire, combatirá el cambio climático y ahorrará 17 mil millones de dólares en energía.
Muchos países estarán atentos para ver si la EPA podrá cumplir su promesa dado el contencioso terreno político en Washington.
La industria del carbón y sus partidarios en el partido Republicano intentarán bloquear a la EPA pero tienen pocas probabilidades de éxito, afirma Alden Meyer, director de estrategia y política de la Unión de Científicos Preocupados, con sede en Washington.
La medida de la EPA para las plantas de energía es una señal positiva de Estados Unidos, pero no es lo suficientemente ambiciosa para impedir el calentamiento mundial por encima de los dos grados, nos asegura Meyer.
El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, quiere que los gobernantes que asistan en septiembre a la Cumbre Climática de 2014 en Nueva York asuman compromisos nuevos y mayores con respecto a la reducción de las emisiones de carbono.
«Ban Ki-moon dejó patente que quiere compromisos y no discursos en Nueva York. Pero no queda claro qué sucederá», dice Meyer.
La UE es la zona del mundo líder en la reducción de las emisiones, pero podría y debería hacer mucho más, afirma Smith, del WWF.
«La UE ya ha alcanzado su meta para 2020, pero no está dispuesta a ir más allá, cuando podría hacer más con las energías renovables y la eficiencia energética», sostiene.
Smith espera que el anuncio de Estados Unidos estimule la ambición de la UE en los meses previos a la discusión de un nuevo tratado climático en París en 2015. Las metas de reducción a corto plazo - como 2020- son muy importantes desde la perspectiva de la inversión en energía, ya que explican el rumbo que siguen los países o regiones, dijo.
Igualmente importante es la realidad científica de que las emisiones de carbono deben alcanzar su máximo antes de 2020 para que exista la posibilidad razonable de que el calentamiento mundial permanezca por debajo de los dos grados.
Jumeau dice que sus colegas de la AOSIS tienen un optimismo cauto. Sienten un cambio de rumbo con respecto a la preocupación pública sobre el recalentamiento del planeta.
«Todos sufren en todo el mundo y cada vez se pone peor. El público empieza a darse cuenta, ve las consecuencias y apoya las advertencias de los científicos», afirma.