En un parlamento lleno hasta la bandera, Tsipras ha dicho que está decidido a arreglar los años de mal gobierno en su país y a parar las desigualdades que cinco años de austeridad han provocado.
Antes de volar hasta Estrasburgo para asistir al pleno de la Eurocámara, ha asegurado en Bruselas, ante los jefes de estado y de gobierno de la eurozona, que continuará con las reformas. Por su parte los líderes de la zona euro han marcado el próximo domingo como fecha límite para fijar los términos de un nuevo rescate.
«Pedimos un acuerdo con nuestros vecinos», ha dicho Tsipras. «Pero uno que nos dé señales de que estamos en una base duradera para salir de la crisis, lo que demostrará que hay luz al final del túnel... Nuestro primer objetivo debe ser combatir el desempleo y alentar el emprendimiento», ha añadido.
«No dejemos que Europa se divida (...) Lograremos responder a las exigencias de la situación, por el bien de Grecia, de la zona euro y del interés económico y geopolítico de Europa», ha señalado Tsipras.
«Lo que llamamos la crisis griega es la incapacidad colectiva de la Eurozona para encontrar una solución a la crisis de la deuda, es un problema europeo» para el que «se necesita una solución europea» que evite «una ruptura histórica» de la Unión, ha asegurado.
«Mi patria ha sido durante cinco años el laboratorio de la austeridad, pero el experimento no ha tenido éxito» a pesar del «enorme esfuerzo de ajuste que hemos hecho» ha continuado.
Ha explicado que el programa griego se concentra «en las verdaderas reformas» para luchar contra el clientelismo, la corrupción, la evasión fiscal y las injusticias. Ha explicado que cuenta con el acuerdo de los socios europeos sobre estas prioridades.
La comparecencia de Tsipras ha sido muy jaleada por los euroescépticos que han pronosticado que este es el principio del final de la UE. Ha merecido los aplausos de los eurodiputados de izquierda y duras críticas de los de derechas.