M. A. Fernández y J. Marcos / Berlín
A más de 100 kilómetros de Múnich, entre montañas, donde apenas una carretera permite llegar. La postal es idílica: en plenos Alpes, aún con restos de nieve en sus cumbres; pero el contexto, deshecho ya de la chapa y pintura, es complejo y carente de brillo. El hotel castillo de Elmau acoge los días 7 y 8 de junio la cumbre del G7, en la que participan los jefes de Estado y de Gobierno de Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón, Canadá y Estados Unidos. Una elite de políticos en un paraje idílico... y alejado.
«Queremos que nuestros invitados se lleven una buena imagen de Alemania y reunirse de esta forma es importante de cara a los resultados», ha comentado la canciller Angela Merkel, la anfitriona. «El castillo de Elmau ofrece condiciones ideales para una cumbre exitosa. El sentido liberador de espacio y la belleza del santuario alpino inspira a todos los participantes», dice la web del hotel, que lleva sin recibir huéspedes desde el 22 de mayo.
Una elite de políticos en un paraje idílico y alejado de todo en el que debatirán además de cueestiones transversales: la crisis económica y financiera, Ucrania, las negociaciones con Grecia, la lucha contra el Estado Islámico, la carestía de alimentos, las catástrofes humanitarias, el ébola, la situación de los océanos y, por supuesto, las relaciones con Rusia, cuya expulsión del G8 empequeñeció a este grupo de poderosos. La agenda está completa y quieren abordarla solos.
La escondida cumbre supone el mayor despliegue policial puesto en marcha nunca en Baviera, según el periódico alemán Die Welt. Un cordón policial de 20.000 agentes impide la llegada de las protestas contrarias a esta reunión, que han escogido Múnich para alzar su voz. Y es que, sólo se ha autorizado que 50 personas se manifiesten en el bello castillo bávaro: toca a 7 personas por jefe de Gobierno.
Unas 35.000 personas protestaron en la capital de Baviera el pasado jueves. «Es una marcha bonita y colorida. Todo es pacífico. Es bonito ver algo así», afirmó el portavoz de la policía de Múnich en unas palabras que ha recogido Deutsche Welle. «El mundo no es una mercancía», «Cada niño que muere de hambre es un asesinato» o «Yes we can... frenar el TTIP» fueron algunas de las pancartas desplegadas.
Una cifra similar se espera para las manifestaciones de este fin de semana. El colectivo 'Stop G7 Elmau' critica que en estas cumbres se toman decisiones sin transparencia y sin debate ni respaldo parlamentario.
Otras organizaciones internacionales, como Oxfam, han pedido acuerdos que sirvan de ejemplo. La oenegé ha instado a 'los siete' a que fijen públicamente sus planes para abandonar el carbón. «La mejor forma de que el G7 inspire ambición a otros, incluidos países emergentes que crecen rápidamente y emiten mucho, es dejar claro que un futuro bajo en CO2 es una prioridad política y demostrar que es posible acabar con el carbón y mantener una economía sana», afirma la organización en un comunicado.
Rusia, la protagonista ausente
En la segunda jornada de reunión, acudirán al castillo el primer ministro iraquí, Haider al Abadi, y dirigentes africanos como el presidente de Túnez, Béji Caid Essebsi, y su homólogo de Nigeria, Muhamadu Buhari. El objetivo es valorar qué apoyo pueden dar estos países al G7. Además, habrá representantes de Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial del Comercio, el Banco Mundial y la OCDE.
Uno de los temas más controvertidos de la cumbre es la ausencia de Rusia, criticada incluso por el ex canciller alemán Gerhard Schröder, quien sostiene que las discusiones pierden su sentido sin la presencia de uno de los dirigentes clave en los grandes temas internacionales. Merkel lo justifica de la siguiente manera: el G7 representa un club de países que comparten valores comunes, mientras que Rusia está acusada de apoyar a las tropas rebeldes en el este de Ucrania, algo que «no se somete al derecho internacional, por lo que la vuelta al formato del G8 es inimaginable», remarca la anfitriona.
Aunque no esté presente, Rusia será uno de los temas claves de la reunión: «La voluntad política para prorrogar las sanciones será discutida», ha dicho una fuente anónima de la que se hacen eco las agencias y que apunta a unos seis meses más de prórroga. La Casa Blanca está a favor de esta postura que en Alemania no tienen clara. Habrá que ver los resultados.