«La mejor solución sería que las autoridades griegas pidieran la extensión del programa, para tener más tiempo», ha asegurado el presidente del Eurogrupo, Jeroem Dijsselbloem. Los miembros del Eurogrupo coinciden en que «la mejor solución» es la extensión del programa actual. Tras ello, se podría negociar «la flexibilidad», aunque han asegurado que no aceptarán «medidas unilaterales».
La pelota está ahora en el tejado de las autoridades griegas, que son las que deben decidir si finalmente optarán por el rescate. Grecia está contra las cuerdas, porque el Eurogrupo sólo acepta una prolongación del rescate y a partir de esta premisa, estaría dispuesta a negociar. El ministro griego, Yanis Varoufakis, ha explicado en rueda de prensa que la Comisión Europea le ha propuesto este lunes por la mañana un documento en el que confirmaba la crisis humanitaria de Grecia y concedía una extensión del préstamo a Grecia, sujeto a condiciones. Sin embargo, el documento no ha salido adelante y Dijsselbloem ha insistido en que haya una extensión del programa completo.
El Comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, ha insistido en que hay que aplicar «cierta flexibilidad, pero siguiendo una lógica». «Sigo convencido de la necesidad de llegar a un equilibrio. Seguiremos dialogando para trabajar con vista a una solución que respete la voluntad del pueblo griego y al Eurogrupo», ha señalado. Pero el tiempo apremia, y según ha indicado Moscovici, hay que ser «lógicos, no ideológicos», frase que ha repetido varias veces.
Pese a que la línea roja se había marcado para hoy, la mayoría de ministros de finanzas coincidían en la dificultad de que se llegara a un acuerdo. El ministro español, Luis de Guindos, se mostraba «positivo», ánimo que contrastaba con las declaraciones de su homólogo alemán, Wolfang Schäuble, que se había mostrado «muy escéptico». El ministro teutón también ha hecho unas declaraciones muy directas en la radio alemana: «Lo siento por los griegos. Han elegido un gobierno que por el momento se ha comportando de manera irresponsable».
«Nuestro gobierno ha sido elegido para poner en duda el programa de rescate actual», ha aseverado Varoufakis. Sin embargo, se ha mostrado confiado en que tarde o temprano se llegará a un acuerdo. Asimismo, ha negado una posible salida de Grecia de la Eurozona: «Cualquiera que especule con su salida, es antieuropeo», ha aseverado.
Tras su victoria el pasado 25 de enero, el gobierno heleno ganó las elecciones prometiendo primero una quita de la deuda y una conferencia internacional que resolviera el problema de sobreendeudamiento del sur de la zona euro, a semejanza de la que se hizo con Alemania tras la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, pronto tuvieron que retroceder en sus aspiraciones. El gobierno griego ha elaborado un plan que consiste por una parte, en dividir los 320.000 millones de euros que debe Grecia en dos paquetes: el primero se quedaría como hasta ahora, representando un 120% del PIB; el segundo se reconvertiría en bonos ligados al crecimiento.
Varoufakis y Tsipras apostaron por aplicar un crédito puente hasta septiembre que ayude a aliviar la excesiva carga financiera de Grecia. A cambio, Atenas se comprometería al 70% de las reformas que exige la troika y dejar el 30% restante a un paquete negociado con la OCDE, en la que no se incluiría ni la reforma laboral, ni más recortes de pensiones. Por otra, aumentar el gasto público manteniendo un superávit primario del 1%, con la posibilidad de intercambiar los bonos de deuda por títulos de crecimiento y así aligerar la grave emergencia social que sufre el país.
El problema griego sin embargo no acaba aquí, desde la pasada semana el Banco Central Europeo ha dejado de contar con la deuda griega como aval para financiarse, por lo que tendrá que acudir a la línea de financiación de emergencia (ELA, por sus siglas en inglés), un mecanismo mucho más caro.
Los ministros de Finanzas de los Veintiocho se reúnen mañana denuevo. Las horas transcurren con la vista puesta en el reloj y en el calendario. Tic-tac.