La ONU tiene una larga tradición de conmemorar hitos políticos, como la abolición de la esclavitud, y de organizar interminables sesiones sobre temas polémicos, como los ensayos nucleares.
La agenda del foro mundial cubre una amplia gama de tópicos políticos, sociales y económicos, con jornadas como el Día Mundial contra el Cáncer, el Día Mundial de la Libertad de Prensa, el Día Mundial de los Refugiados, el Día Mundial de Lucha contra el Sida, el Día Mundial de la Población o el Día Mundial del Agua.
Pero por alguna razón inexplicable, la ONU venía marginando un problema que sufren más de 2.500 millones de personas: la falta de saneamiento adecuado.
Por eso, la Asamblea General de 193 miembros adoptó en julio una resolución propuesta por Singapur para declarar el 19 de noviembre Día Mundial del Inodoro.
«El nombre es pegadizo y cómico», reconoce la declaración de Singapur, «pero sirve para llamar la atención del público y concentrarse en los desafíos del saneamiento y los retretes».
La resolución, coauspiciada por 121 países miembros, llama a generar mayor atención a la crisis mundial de saneamiento con la conmemoración de ese día.
El representante permanente adjunto de Singapur ante el foro mundial, Mark Neo, dice que el saneamiento no había sido incluido originalmente dentro de los Objetivos de Desarrollo de la ONU para el Milenio, y que se acordó su inclusión más tarde, en la conferencia Río+10, celebrada en Johannesburgo en 2002.
«Lo más importante es que el saneamiento no se refiere solo a retretes e infraestructura, sino a cambios sociales y en los comportamientos, que no se pueden lograr de un día para otro», afirma.
A pesar de esos obstáculos, se ha logrado un importante avance. Desde 1990, 1.800 millones de habitantes del planeta obtuvieron mejor saneamiento, y el número de personas que defecan al aire libre se redujo en 272 millones, destacó. «Sin embargo, la triste realidad es que 1.000 millones de personas todavía defecan al aire libre, y 2.500 millones no tienen instalaciones sanitarias adecuadas», añade.
De todas formas, el último «Llamamiento a la acción sobre saneamiento», del vicesecretario general de la ONU, Jan Eliasson, y la resolución del Día Mundial del Inodoro son herramientas útiles y oportunas para «subrayar la necesidad de avanzar», afirma Neo.
Chris Williams, director ejecutivo del Consejo Colectivo de Suministro de Agua y Saneamiento (WSSCC, por sus siglas en inglés), con sede en Ginebra, dice que este asunto es fundamental para el desarrollo económico, social y de salud en todo el mundo. «En un ambiente sin saneamiento ni agua potable, alcanzar otras metas de desarrollo es un sueño imposible. Ahora es el tiempo para actuar», añade.
En esta campaña, el gobierno de Singapur se asoció a la Organización Mundial del Inodoro (WTO, por sus siglas en inglés), fundada en 2001 y con sede en ese país asiático. La WTO es una plataforma de 534 grupos y entidades de la sociedad civil y gubernamentales que trabajan en temas de saneamiento.
El fundador de la organización, Jack Sim (conocido afectuosamente por el mote de «señor Inodoro»), estará presente en la sede de la ONU en Nueva York para participar de la conmemoración este martes 19. «Cuando éramos niños, nuestros padres nos decían que no habláramos» de defecar, nos dice Sim. «Eso es un serio problema. No puedes mejorar aquello de lo que no hablas».
Fleur Anderson, jefe de campañas de la organización WaterAid, con sede en Londres, explica que la conmemoración de este martes 19 no es una más, sino que representa una fuerte señal de que los gobiernos reconocen la importancia del acceso al saneamiento para salvar vidas de niños y niñas.
«Trabajaremos con otros para aprovechar el Día Mundial del Inodoro con el fin de llamar la atención de los gobiernos sobre la enorme escala del problema», dice Anderson.
WaterAid también tiene previsto lanzar un informe con WSSCC y la empresa de jabones Unilever, para subrayar el enorme impacto del saneamiento en la vida de las mujeres, y llamar a la colaboración entre los gobiernos, la sociedad civil y el sector privado para alcanzar la meta de reducir a la mitad el número de personas sin saneamiento adecuado, incluida en los ODM.
Para Emma Pfister, gerente de medios sociales y asociación en la organización Water for People, no alcanza con invertir dinero para instalar más inodoros. «Hemos visto que ese enfoque no funciona y por tanto representa una pérdida de dinero y crea más retos para los más pobres del planeta». «Nuestro objetivo en Water for People es garantizar que cada familia, escuela y clínica tenga acceso a un inodoro adecuado, es decir que pueda seguir funcionando», señala.
Conmemorar el Día Mundial del Inodoro es un gran paso adelante, pues hace del saneamiento una prioridad en la agenda mundial, dice Pfister. «Y además de ayudar a crear conciencia y a movilizar fondos, debemos exigir soluciones más efectivas con un impacto más duradero».
«Debemos cambiar la forma en que se invierte la ayuda y hacer que las agencias de la ONU, las organizaciones no gubernamentales y los gobiernos rindan cuentas de lo que hacen al intervenir en la vida de la gente», añade.
Neo nos dice que no hay tiempo suficiente para alcanzar la meta de los ODM referida a saneamiento en el plazo fijado de 2015.
Al ritmo actual, estima, en 2015 todavía habrá 936 millones de personas que deberán hacer sus necesidades al aire libre. «Por tanto, es importante que el saneamiento ocupe un lugar destacado en los Objetivos de Desarrollo Sostenible», que sucederán a los ODM en la agenda post-2015, indica.
El saneamiento deficiente cuesta a los países entre 0,5 y 0,7 de su producto interno bruto, en tanto que las ganancias mundiales al invertir en ese sector serían de unos 260.000 millones de dólares al año, apunta.
La jefa ejecutiva de WaterAid, Barbara Frost, recuerda que, con el cambio de milenio, los gobernantes mundiales se comprometieron a reducir a la mitad la proporción de personas sin acceso a saneamiento para 2015.
Pero con el ritmo actual, alrededor de 500 millones de personas tendrán que esperar otra década antes de ver cumplida la promesa de ese servicio básico.
«Podemos y debemos hacerlo mejor, porque estamos hablando de servicios básicos que pueden transformar vidas».