Este viernes 22 concluyó en Washington la tercera ronda de negociaciones cubano-estadounidenses para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y la apertura de embajada. Las dos delegaciones coincidieron en que ha habido importantes avances, aunque aún quedan temas por resolver antes de reanudar los vínculos,
«Ambas delegaciones acordaron continuar los intercambios sobre aspectos relativos al funcionamiento de las misiones diplomáticas», explicó la directora general de Estados Unidos del Ministerio cubano de Relaciones Exteriores, Josefina Vidal, al término del encuentro de dos días.
Al respecto, Cuba pide ajustarse a la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas.
El artículo 41 de este convenio establece, entre otros aspectos, que el personal diplomático debe respetar las leyes y reglamentos del Estado receptor y está obligado a «no inmiscuirse en los asuntos internos de ese Estado». También estipula que los locales de la misión no deben ser utilizados de manera incompatible con las funciones de la misión.
A su vez, Estados Unidos desea que sus diplomáticos en La Habana tengan libertad de movimiento por este país, pero el gobierno cubano teme que sea aprovechado para aumentar su relación con representantes de la disidencia interna, que las autoridades consideran «peones a sueldo del imperio».
Hasta ahora, el personal de las respectivas Secciones de Intereses, establecidas en 1977 para atender asuntos consulares, debe solicitar permiso oficial para viajar fuera de la capital.
Una «optimista» Roberta Jacobson, secretaria de Estado adjunta de Estados Unidos para el Hemisferio Occidental, dijo que la reunión fue «altamente productiva» y aseguró que «cada día nos acercamos más a la meta».
Vidal resaltó como hechos positivos la «justa decisión del presidente (Barack) Obama de excluir a Cuba de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo, en la que nunca debió haber estado», y la autorización a un banco de prestar servicios a la Sección de Intereses de Cuba en Washington, «en las condiciones del bloqueo financiero en vigor».
El histórico deshielo entre La Habana y Washington, iniciado en diciembre, acrecentó la apuesta de empresarios estadounidenses por desembarcar en Cuba, ante la posibilidad del cese del embargo que durante más de medio siglo ha impedido relaciones económicas y comerciales normales con esta nación caribeña.
El levantamiento del embargo estadounidense no es condición para restablecer las relaciones diplomáticas, pero sí obstaculiza la normalización de los vínculos bilaterales. De hecho, aunque el desmantelamiento formal del embargo parece todavía lejano, la inmensa mayoría de las delegaciones gubernamentales, legislativas o empresariales de distintos países que visitaron Cuba este año mostraron elocuente interés por las posibilidades de invertir, ampliar las relaciones comerciales o emprender negocios conjuntos.
En un reportaje televisivo difundido en esta tercera semana de mayo, sobre la Zona Especial de Desarrollo (ZED) de Mariel, se hizo público que ya están aprobados cuatro proyectos de inversión extranjera y se estudian más de 300 solicitudes en ese megaproyecto distante unos 50 kilómetros de La Habana y abierto al capital foráneo.
El gobierno ha dicho que el país necesita al menos 2.500 millones de dólares anuales de inversiones para asegurar un crecimiento sostenido del producto interno bruto (PIB), pero ese empeño ha sido obstaculizado hasta ahora por la vigencia del bloqueo y las restricciones para el uso del dólar estadounidense, entre otros obstáculos.
Aun así, el economista cubano Pável Vidal, profesor de la Universidad Javeriana de Calí, en Colombia, nos explicó que actualmente las propuestas de inversión deben estar superando las capacidades cubanas para evaluarlas y asimilarlas. «El gobierno debe tratar de sacar el máximo de este momento y no dejar que se enfríe el interés por la economía cubana».
Considera que «hay muchos otros países en la región que ofrecen propuestas competitivas. Al menos para la ZED deberíamos esperar unos mecanismos de aprobación más expeditos y que pronto veamos convertido en hechos económicos todo este ambiente más favorable para las inversiones».
«Las cosas están cambiando en Cuba, queremos entender cuáles son estas oportunidades y trabajar en conjunto», comentó John Hutton, copresidente de la Iniciativa Cuba, un proyecto cubano-británico que fomenta las relaciones bilaterales, al explicar el interés de los empresarios de su país asistentes a fines de abril a un seminario de negocios en La Habana.
El aún incipiente sector privado cubano comenzó también a prepararse.
«Por ahora tenemos una sola habitación para alquilar, pero estamos acondicionando una segunda porque la demanda está aumentando», nos dice una mujer que ofrece alojamiento a extranjeros por el equivalente a entre 25 y 30 dólares diarios.
Los cuentapropistas, como se denominan aquí a los pequeños empresarios privados, «se benefician porque hay más turistas (un millón en el primer trimestre de este año), pero quienes vivimos de un salario estatal que no aumenta seguimos esperando que la nueva situación nos favorezca y mejore nuestros ingresos», se queja una profesora bajo reserva de su nombre.
No obstante, algunos visitantes han dejado algo más que promesas al marcharse. Los británicos llegados en abril firmaron acuerdos por 400 millones de dólares para inversiones en sectores como agricultura, turismo y energía. «Hemos llegado en el momento oportuno y logrado algunos avances», considera Hutton.
A su vez, el ministro de Asuntos Exteriores de Japón, Fumio Kishida, visitó el país entre el 30 de abril y el 3 de mayo, acompañado de una treintena de empresarios nipones y ofreció respaldar el proceso de transformaciones en Cuba con un esquema de cooperación de gran envergadura dentro de su programa de Asistencia Financiera No Reembolsable.
El presidente de Francia, François Hollande, realizó una visita a La Habana el 11 de este mes, la primera de un jefe de Estado de su país a Cuba, acompañado por significativos empresarios. Entre ellos, estaban directivos de compañías como la de bebidas alcohólicas Pernod Ricard, la hotelera Accor y Air France.
Francia detenta el 30 por ciento de la deuda cubana con el Club de París (foro de acreedores oficiales y países deudores), un tema que se prevé que estuvo en las conversaciones durante la visita, que incluyó un encuentro entre Hollande y Raúl Castro.
El gobierno cubano renegocia su deuda con el Club de París, estimada por fuentes europeas entre 15.000 y 16.000 millones de dólares, dentro de los esfuerzos que realiza desde hace casi cinco años por recuperar la credibilidad internacional de la economía cubana, según ha dicho el propio Castro.
La cuarta ronda del diálogo político y de cooperación entre Cuba y la UE, iniciado el pasado año está prevista para los próximos 17 y 18 de junio en Bruselas, y aunque es un proceso paralelo al del acercamiento con Estados Unidos, también se considera que está animado por la nueva realidad.