La crisis financiera ha afectado a las economías mundiales que posiblemente crezcan algo todavía, pero que en ningún caso superarán las tasa anteriores a la crisis. Esto se debe, según el informe de primavera del FMI, al envejecimiento de la población y al aumento paulatino del crecimiento del capital respecto de las tasas actuales a medida que el producto y la inversión se recuperan de la crisis.
El crecimiento potencial, que mide la velocidad a la que pueden crecer las economías en el tiempo sin toparse con obstáculos inflacionarios, ya se estaba desacelerando en las economías más ricas antes de la crisis financiera debido al envejecimiento de la población y a una caída de la innovación tecnológica.
El declive en el crecimiento de la inversión privada y del empleo en esos países redujeron el crecimiento potencial anual a un 1,3 por ciento entre 2008 y 2014, medio punto porcentual más bajo que antes de la crisis, según el estudio del FMI. Se prevé que crezca un 1,6% en 2015–20, un aumento muy inferior a las tasas previas a la crisis (2 1⁄4% en 2001–07) que dificultará reducir la elevada deuda pública y privada.
En las economías avanzadas, la inversión fija privada ha disminuido un 25% desde la crisis financiera internacional, en comparación con los pronósticos previos. Este colapso ha sido generalizado y ha afectado tanto a la inversión en vivienda como a la de las empresas.
También se ha enfriado la inversión privada en las economías emergentes, tras el auge que experimentó entre comienzos y mediados de la década de 2000, aunque de manera más gradual que en las economías avanzadas.
Aumentar el producto potencial es una prioridad tanto para las economías avanzadas como para las emergentes. Las primeras, dice el FMI, deben seguir respaldando la demanda para neutralizar los efectos de su dilatada debilidad en el crecimiento de la inversión y el capital, así como el desempleo.
Más allá de la debilidad de la actividad económica, las restricciones financieras y la incertidumbre en torno a las políticas también han frenado la inversión empresarial en algunas economías, sobre todo en el sur de Europa. Respecto a la zona euro, el FMI señala que la debilidad de la demanda podría llevar a un crecimiento potencial aún menor del previsto.