En septiembre el Consejo de Derechos Humanos debatirá esta declaración en su sede de Ginebra. Los países miembros de la ONU deberán ratificarla con su firma. Después de varias cumbres celebradas en los últimos cinco años ha tenido lugar la votación en la ONU promovida por Bolivia . Los 165 miembros del Movimiento de Países no Alineados y el Consejo de Europa también han reconocido el derecho al agua.
Finalmente la Asamblea General de Naciones Unidas ha declarado que el agua potable y limpia y el derecho al saneamiento es un Derecho Humano esencial para el pleno disfrute de la vida y del resto de los Derechos Humanos.
Los 192 miembros de la Asamblea pidieron a los Estados miembros de la ONU y a las organizaciones internacionales que ofrezcan financiación, tecnología y cualquier otro recurso necesario para ayudar a que los países más pobres puedan dar agua potable, limpia y accesible y servicios sanitarios a sus ciudadanos.
En el texto aprobado, se muestra la preocupación porque casi 900 millones de personas no tienen acceso a agua potable segura y más de 2.600 carecen de cuidados sanitarios básicos. Al menos un millón y medio de niños menores de cinco años mueren al año en el mundo por enfermedades relacionadas con el agua o la sanidad.
Para Maude Barlow, fundadora de la organización Blue Planet Project, la adopción de la resolución es «una de las cosas más importantes que ha hecho la ONU desde la Declaración Universal de los Derechos Humanos». Barlow hizo hincapié en que casi 2.000 millones de personas viven en zonas de escasez y 3.000 millones no tienen agua corriente en un kilómetro a la redonda de sus viviendas.
La situación del agua en el mundo afecta, sobre todo, a los países menos desarrollados pero está en manos de los países más ricos.
En la votación EE UU se abstuvo, al igual que Australia, Austria, Canadá, Corea del Sur, Dinamarca, Gran Bretaña, Grecia, Holanda, Irlanda, Israel, Japón, Luxemburgo y Suecia. Pero también varias naciones en desarrollo, Botswana, Etiopía, Guyana, Kenia, Lesotho, Trinidad y Tobago y Zambia.
La pregunta es ¿Porqué esa oposición a un derecho relacionado directamente con la vida misma?.
Dinero. Como la mayor parte de las veces esa es la respuesta a casi todas las preguntas. El mercado mundial del agua asciende a unos 225.000 millones de dólares y según un estudio del Programa de las Naciones Unidas para el medio Ambiente (PNUMA) podría llegar a 660.000 millones en 2020.
Cuando asumió la presidencia, Barack Obama, se comprometió con los países pobres a «trabajar para que prosperen sus granjas y fluya el agua limpia». Pareció que la oposición de EE UU a considerar el acceso al agua como un Derecho Humano cambiaría, no ha sido así. Canadá tampoco cambia de opinión por más que las Organizaciones no Gubernamentales presionen.
Mientras en los países más avanzados los ciudadanos dejan de beber agua del grifo para beber agua embotellada, en más de cincuenta países pobres no hay grifo del que beber. El «estrés hídrico» aumentará a medida que avance el siglo XXI. La ONU calcula que en 2025 más de 3.000 millones de personas vivirán bajo el umbral de la pobreza de agua. En 2050 serán 5.300 millones.
Si no se encuentra una solución, puede que se desencadenen graves conflictos territoriales. La mayor parte de los países comparte recursos hídricos. El 47% de la población mundial vive en alguna de las 215 cuencas hidrológicas compartidas por varios Estados. La ONU se esfuerza en recordar que la política hidrológica de cada país debe respetar las necesidades de sus vecinos, aunque no hay tratados internacionales que lo regulen. Y todo esto sin contar los cambios que la radicalización del clima a causa del cambio climático imponga en el mapa de la distribución del agua en el mundo.