Para el investigador Seth Myers, del Instituto Ártico, un centro de estudios con sede en Washington «esta nueva estrategia tiene una enorme importancia porque reconoce la creciente influencia de la región del Ártico, para Estados Unidos y como una zona de posibles operaciones militares». «Pero la cuestión más importante que plantea es cómo se pagarán las nuevas capacidades» en una época de intensos recortes presupuestarios en Washington.
La estrategia presenta al Ártico como si estuviera en un «punto de inflexión» por la reducción de la capa de los hielos y al aumento de la actividad humana. En 2012, los científicos registraron los menores niveles de hielo ártico en la historia, mientras que unos 500 barcos navegaron las aguas de ese océano entre Alaska y Rusia, un 50 por ciento superior al que transitaban la zona a mediados de la década pasada. El Secretario de Defensa, Chuck Hagel, dijo que los expertos prevén que esa cifra de naves se multiplique por 10 en la conocida como Ruta del Mar del Norte.
En el V Foro de Seguridad Internacional, celebrado en la ciudad canadiense de Halifax, Hagel dijo que «ahora que las rutas marítimas del Ártico empiezan a registrar más actividades, como el turismo y la navegación comercial, el riesgo de accidentes aumenta». El secretario reconoció que «la migración de las poblaciones de peces llevará a los pescadores a áreas nuevas, desafiando los planes de gestión vigentes».
«Y aunque habrá un mayor potencial para explotar lo que puede llegar a representar el 25 por ciento aún sin descubrir del petróleo y gas del planeta, una avalancha de interés en la exploración de energía tiene el potencial de aumentar las tensiones con respecto a otros temas», advirtió el responsable de defensa estadounidense.
Actualmente los científicos sugieren que las aguas del Ártico podrían quedar casi totalmente libres de hielo durante un mes al año, desde mediados de la próxima década, y desde 2030, extenderse más tiempo estos períodos de deshielo total. Algunos temen que estas nuevas condiciones provoquen un «todo vale» mundial. Hagel lo considera «desafíos sin precedentes». Recordó que «a lo largo de la historia, la humanidad compitió por descubrir la próxima frontera. Una y otra vez, el descubrimiento fue rápidamente seguido por el conflicto». «Debemos manejar con prudencia estas posibilidades del siglo XXI. Con el fin de aprovechar todo el potencial del Ártico, los gobiernos deben colaborar y fomentar la confianza mediante la transparencia, la cooperación y el compromiso».
¿Un nuevo liderazgo?
La nueva estrategia se dio a conocer mientras Estados Unidos se prepara para asumir en 2015 la presidencia rotatoria del Consejo del Ártico, un foro intergubernamental clave para la gobernanza regional. La presidencia brindará a Washington un liderazgo renovado en temas del Ártico. De hecho, muchos ven en la nueva estrategia militar un paso importante para consolidar la naciente política de Estados Unidos sobre el tema en general, aunque por el momento esa visión se mantiene relativamente vaga... quizás estratégicamente.
El Pentágono (Ministerio de Defensa de Estados Unidos) señala que tratará de ampliar su comprensión del ambiente del Ártico y su presencia en la región, mientras promueve la colaboración en una serie de temas.
Pese a esa cifra, en algunos aspectos Washington arranca desde una posición relativamente débil. Otros países del Ártico ya se movieron con mayor decisión para ocupar su lugar en la región. Mientras, debido a los recortes presupuestarios federales, las fuerzas armadas estadounidenses lidian con su primera reducción de fondos importante en décadas. Está previsto que los recortes anuales continúen a lo largo de la próxima década.
Según el investigador Seth Myers, «no es para nada cierto que Estados Unidos sea líder en este punto (del Ártico). Según los indicadores cuantificables, Rusia tiene, de lejos, la mayor cantidad de intereses y capacidades». Por ejemplo, Washington «solo tiene dos rompehielos en la región, propiedad de la Guardia Costera, y ahora mismo, el grado en que Estados Unidos va a ser una presencia activa a corto y medo plazo sigue siendo incierto, en gran parte por los recortes presupuestarios». «Por eso, su estrategia pone tanto énfasis en las asociaciones» con terceros.
La carrera militar del norte
A otros les preocupa la forma que podrían tomar esas asociaciones, y la mezcla final de sus objetivos. La nueva estrategia militar se basa en un documento de visión más inmediata, presentado a principios de año por la Casa Blanca, que fue criticado por centrarse demasiado en el potencial de extracción de combustibles fósiles. Críticas similares recibió la orientación política del propio Consejo del Ártico, formado por los ocho países del área.
«Nos complace que la estrategia para el Ártico del Departamento de Defensa reconozca la disminución de los casquetes de hielo en el Ártico», opina el activista Gustavo Ampugnani, líder del equipo ártico de Greenpeace, organización muy crítica con la especulación petrolera en la zona. «Pero el enfoque no debe verse como una oportunidad para las empresas, ni para crear mejores condiciones de negocios para la explotación de sus recursos».
Para Ampugnani «El derretimiento del hielo marino en el Ártico es un símbolo de la destrucción del planeta, no un incentivo para ir allí y tomar todo lo que hasta hace muy poco no era posible tomar».
Según cálculos de Estados Unidos, el fondo del océano Ártico alberga una proporción importante de las reservas de hidrocarburos sin explotar del planeta, incluidos alrededor de 15 por ciento del petróleo y hasta un 30 por ciento de los yacimientos de gas. La empresa estatal rusa Gazprom ya comenzó a perforar en busca de petróleo, en un lugar donde 30 activistas de Greenpeace fueron detenidos en septiembre y varios siguen presos. Mientras, la angloholandesa Shell intentó hacerlo varias veces en aguas estadounidenses.
«Si los países otorgan concesiones para permitir más espacio a las corporaciones petroleras, se acelerará no sólo la industrialización del Ártico, sino también las inversiones en presencia militar, (impulsoras de) una carrera militar en el llamado Lejano Norte», según Ampugnani. «Desde nuestra perspectiva, la mejor manera de mantener a la región en paz, estable y libre de conflictos... es darle prioridad a la labor científica, en un espíritu de cooperación, para entender más cómo el ecosistema del Ártico es clave para la regulación del clima mundial».
Washington le resta importancia a posibles tensiones en la región, derivadas de los recursos naturales en el futuro inmediato, con el argumento de que la mayoría de las reservas de petróleo y gas está relativamente cerca de la costa y, por lo tanto, dentro de aguas territoriales claramente definidas.