Cuando Túnez sorprendió al mundo

El encarecimiento de los productos básicos, la falta de trabajo y de expectativas ha llevado a los jóvenes tunecinos a una desesperación que ha terminado de una manera que ha sorprendido a los políticos de todo el mundo.

Mientras la Unión Europea, Francia, España, Alemania o la ONU recomendaban moderación y más democracia al presidente de Túnez, Zine Ben Alí, éste subía a un avión que le llevaba al exilio. Arabia Saudí ha sido el país que le ha acogido junto a su familia.

En Túnez deja 23 años de dictadura y una población enfurecida y cansada, toque de queda, graves disturbios, saqueos que los ciudadanos achacan a los seguidores del presidente depuesto y 60 muertos.

Una mujer ondea una bandera de Túnez, detrás un policía
Foto:CC

Nadie podía prever que Túnez, el país tranquilo y hermoso tan acogedor para los miles de turistas europeos iba a levantarse contra su presidente, obligarle a dejar el poder y huir al extranjero junto a su familia, su segunda esposa Leila Trabersi, de la que todos decían en voz baja que hacía y deshacía a su antojo mientras se preparaba para ser la sucesora de su marido al frente del poder.

El desencadenante de todo fue una actuación de la policía, de las muchas que a diario se veían por las calles. Pero aquella fue la gota que colmó el vaso. Mohamed Bouazizi, vivía en Sidi Bouzid, una localidad del centro de Túnez, lejos de la costa y de los turistas, donde hay muy pocas posibilidades para trabajar. Integraba ese 14% de personas en paro, según fuentes oficiales, o más del 30%, según otras fuentes, de jóvenes formados, sin trabajo y sin posibilidades de obtenerlo. Era licenciado en informática, tenía 26 años y vendía de forma ilegal fruta y verdura que llevaba en un carrito. El 17 de diciembre la policía le requisó su medio de vida. Mohamed se roció de gasolina y se prendió fuego frente a la prefectura municipal. El 4 de enero murió en el hospital al que el presidente había acudido para interesarse por su evolución.

En los países del Magreb la media de edad de la población es de entre 26 y 28 años. La acción desesperada de Bouazizi, contagió a otros muchos jóvenes, con formación universitaria en su mayoría, sin perspectivas de empleo, hartos de la corrupción imperante y ávidos de libertad, que se echaron a la calle.

El presidente Ben Alí lo intentó todo, Destituyó al ministro del Interior, decretó la bajada del precio de los alimentos, anunció una inversión que, según él, permitiría la creación de 300.000 empleos y por último prometió elecciones legislativas en seis meses y el cambio de todo el gobierno. Olvidó que su pueblo esperaba que fuera él quien cambiara.

Wikileaks estaba allí

Muchos no dudan en calificar ésta como la primera revuelta de Wikileaks, aunque cuando comenzaron las primeras revelaciones sobre Túnez el Gobierno cortó el acceso de los internautas a los documentos. Eran muchos los rumores, pero en los primeros días de diciembre en los periódicos que publican los cables de Wikileaks se pudo leer la existencia de cárceles secretas en Túnez en las que se tortura, según el embajador de Canadá.

Quedaron patentes las aspiraciones de Leila Trabelsi de ser la sucesora de su marido, de ahí su cada vez más frecuentes apariciones públicas, incluso sus intervenciones en mítines en las últimas elecciones legislativas o la impunidad con la que actuaba su familia mientras el presidente se alejaba cada vez más del poder para pasar el tiempo con su hijo de cinco años, el menor de los tres que ha tenido con su segunda esposa.

Se estima que una cuarta parte de los 150.000 millones de dólares que han salido del norte de África desde 1990 proceden de Túnez.

Después del presidente Ben Alí

Tras la marcha del presidente este viernes, el primer ministro, Mohamed Ghannouchi, anunció que asumía el poder de forma interina, sin embargo, el Consejo que es la máxima autoridad del país en cuestiones constitucionales, señaló que es el presidente del Parlamento quien debe asumir esas funciones y que según establece la Carta Magna se debe convocar elecciones en un plazo de entre 45 y 60 días. Queda un arduo trabajo, los partidos políticos apenas si existen, la oposición está en el exilio y todas las instituciones deberán ser recompuestas en un país en el que durante 23 años el presidente ha sido reelegido cada cinco años por una media del 90% de los votantes, algunas con el 99%.

Continúa el estado de excepción, el ejército está en la calle en las principales ciudades y helicópteros sobrevuelan la capital.