En los últimos años, los incendios forestales han aumentado en muchos países de Europa y en el norte de África, con una especial incidencia en la zona mediterránea. El proyecto FUME, que durará 4 años pretende analizar los factores que influyen en los grandes incendios. Cómo ha afectado el cambio climático, las transformaciones en el uso del suelo y los cambios socioeconómicos en la evolución de los fuegos para así poder predecir los escenarios de riesgo futuros. El grupo de investigación del CSIC ya realizó en 2009 una cartografía de las grandes quemas que se produjeron entre 2001 y 2006 en la Península Ibérica, a partir de imágenes del satélite TERRA-MODIS.
Cómo explica la directora del equipo del CSIC, la geógrafa Pilar Martín, que dirige el equipo del español que participa en el proyecto «se trata de obtener la primera base de datos homogénea sobre incendios europeos. Hasta ahora sólo se cuenta con las estadísticas nacionales de cada uno de los países, con parámetros muy dispares». El proyecto confeccionará, además de una cartografía histórica de incendios de grandes dimensiones en Europa, un mapa de riesgos y el análisis de los principales problemas que se presentan para la regeneración de los ecosistemas afectados, sobre todo en condiciones climáticas extremas.
El trabajo del equipo del CSIC se centra en uno de los aspectos más desconocidos, el impacto de la acción humana. Se trata de analizar los factores socioeconómicos de este fenómeno. «Es muy probable que los incendios forestales continúen incrementándose en el futuro como resultado de los continuos cambios socioeconómicos que contribuyen al aumento del riesgo, debido al abandono de tierras y al aumento de las actividades recreativas en zonas forestales y a la expansión de la zona de contacto entre áreas urbanas y forestales», explica Pilar Martín.
Añade que el cambio climático contribuye en gran medida al riesgo de incendios. El aumento de episodios extremos de sequía y olas de calor son una amenaza para la que hay que estar preparados. El proyecto se centrará sobre todo en las regiones mediterráneas del Sur de Europa (España, Portugal, sur de Francia, Grecia e Italia) y del norte de África, también en otros ecosistemas especialmente vulnerables ante el calentamiento global de Australia y América.