No hay riesgo ya que no hay casos de ébola en Costa de Marfil, aunque el virus ha matado ya al 60 por ciento de las personas infectadas con el actual brote en África Occidental. Y el cadáver es un maniquí. Se trata de un simulacro realizado en el hospital de distrito de Biankouma, en el oeste del país.
«Queremos poner a prueba a los equipos médicos. Y ver qué podemos hacer para mejorar nuestra reacción», señala la ministra, una farmacéutica de profesión.
Los mensajes de salud pública que educan a la población africana sobre la reducción del riesgo de contraer la enfermedad se deben centrar en:
La reducción del riesgo de transmisión de animales salvajes a humanos por el contacto con murciélagos o simios infectados y por el consumo de su carne cruda.
Los animales se manejarán con guantes y ropa protectora adecuada. Los productos de origen animal, como la sangre y la carne, deben estar bien cocidos para su consumo.
La reducción del riesgo de transmisión entre humanos que surge del contacto directo o cercano con los pacientes infectados, sobre todo con sus fluidos corporales.
Se debe evitar el contacto físico cercano con los pacientes de ébola.
Se deben usar guantes y equipo de protección personal adecuado para el cuidado de los enfermos en casa.
Se deben lavar las manos después de visitar a los pacientes en el hospital, así como después de cuidar a los pacientes en casa.
Las comunidades afectadas deben informar a la población acerca de la naturaleza de la enfermedad y las medidas de contención, incluido el entierro de los muertos. Se deben enterrar rápidamente y con medidas de seguridad a las personas que murieron de ébola.
Fuente: Organización Mundial de la Salud (OMS)»
La maestra Edinie Veh Gale es una de las observadoras. La explicación del simulacro «no está traducida al yacuba, el idioma local, así que mucha gente no entiende. Pero está bien, por lo menos ha despertado la curiosidad de la gente y ellos buscarán la información», nos dice en francés.
La epidemia actual, que la Organización Mundial de la Salud ha declarado «fuera de control», se concentra en Guinea, Liberia, Nigeria y Sierra Leona, pero otros países de la región, como Costa de Marfil, luchan por mantenerse sanos.
Costa de Marfil aplica estrictas medidas de control epidemiológico, como el cierre de las fronteras y la prohibición de la entrada de personas desde los países con casos de ébola. Pero algunos en este país de 22 millones de habitantes se niegan a someterse a las medidas restrictivas.
El ébola se descubrió por primera vez en 1976 y los brotes anteriores se produjeron en pueblos de África Central, donde la distancia y el aislamiento ayudaron a contener la enfermedad.
Pero el brote actual, el peor de todos con más de 1.135 muertos, se ha extendido a varias ciudades, donde las medidas sanitarias tienen un éxito reducido.
Susan Shepler, profesora de la Universidad Americana, con sede en Washington, ha pasado seis semanas en Sierra Leona y Liberia. La especialista en educación y conflictos armados ha notado que, si bien se han producido algunos avances en la sensibilización con respecto a la enfermedad, la mayoría de la población de esos países tiene una profunda desconfianza en la ayuda estatal.
«No es simplemente desconfianza del Estado, es desconfianza del sistema», nos asegura Shepler. Los habitantes creen que los políticos están en el gobierno para enriquecerse y, por lo tanto, no creen que el Estado pueda ayudarles, añade.
Mucha gente, especialmente quienes viven en zonas de la oposición, considera que el ébola es un complot del gobierno o una maldición religiosa, explica Shepler.
En las zonas infectadas de Guinea, Liberia y Sierra Leona casi no hay servicios públicos ni trabajadores de la salud capacitados, subraya. Por eso es difícil que las poblaciones locales confíen instantáneamente cuando en las zonas afectadas aparecen equipos médicos con muchos recursos y a menudo con el apoyo de expertos extranjeros.
Generar confianza de antemano
Costa de Marfil aún no tiene casos de ébola, pero se ignora si eso se debe a que el país adoptó una estrategia adecuada o si es simplemente una cuestión de suerte.
El gobierno reforzó la prevención en todo el país. En marzo prohibió la carne de monte y desde entonces ha adpado algunas medidas para contener la epidemia, como los controles para detectar la enfermedad en las fronteras y la prohibición de los vuelos directos a las zonas afectadas.
Ahora, el gobierno recomienda a la gente que no se abrace ni se de la mano y que cumpla con rigurosas normas de higiene. También pretende generar la confianza de la gente con la incorporación a las campañas de educación de autoridades locales y personal médico conocidos por las comunidades locales.
Y las iniciativas ciudadanas también se están multiplicando.
En un banco en el distrito comercial de Abiyán, un guardia de seguridad ofrece desinfectante de manos a los clientes que utilizan el cajero automático. «Es por su salud», explica.
Frente a ese banco, los vendedores ambulantes que ayudan a los conductores a estacionar sus vehículos se niegan a dar la mano.
En el pueblo de Pekanhouebli, en el oeste del país y cercano a la frontera con Liberia, no hay electricidad ni acceso a Internet. Pero esta localidad, con un fuerte respaldo popular a la oposición, ha creado un comité ciudadano para movilizar a la comunidad contra el ébola.
«No creíamos que el ébola era de verdad. Pensábamos que era una enfermedad del hombre blanco en las ciudades, cuando las autoridades vinieron a hablarnos», comenta el anciano Serge Tian. «Pero cuando lo oímos por la radio, nos dimos cuenta de que era verdad. Y empezamos a escuchar a la enfermera que visitaba el pueblo», añade.
Tian no nos da la mano cuando abandonamos el pueblo. Ahora entiende un poco más acerca de cómo se propaga la enfermedad y sabe por qué debe cumplir las medidas restrictivas.