Un nuevo género literario llamado «clima ficción», abreviado en inglés como «cli-fi», viene evolucionando en los últimos años, y aunque toma su nombre de la ciencia ficción, se centra en relatos sobre el cambio climático y sus impactos actuales y futuros sobre la vida humana.
Algunos insisten en que es apenas un subgénero de la ciencia ficción, y eso tiene sentido en cierto aspecto. Pero en otros, se trata de un género en sí mismo que está cobrando impulso en todo el mundo, no como mero escapismo o entretenimiento –aunque a menudo incluye esos elementos–, sino como un modo serio de abordar los asuntos complejos y universales que rodean al cambio climático.
Sé algo de clima ficción porque en los últimos años trabajé para popularizarla, no solo en el mundo anglohablante sino también entre miles de millones de personas que leen en español, chino, alemán o francés, para nombrar algunos. En mi opinión, es un género internacional, con lectores internacionales, que debería ser abordado por escritores de cualquier nación y en cualquier idioma.
Cada vez más novelas de clima ficción se dirigen a una audiencia joven –«adultos jóvenes» en la jerga editorial– como «Not a Drop to Drink» (Ni una gota para beber), de Mindy McGinnis, «The Carbon Diaries 2015» (Los diarios del carbono 2015), de Saci Lloyd, y «Floodland» (Tierra inundable), de Marcus Sedgwick. De hecho, son los niños y los adolescentes quienes sufrirán las consecuencias de los estilos de vida que eligieron las generaciones anteriores.
En un mundo que enfrenta los impactos potencialmente catastróficos del cambio climático, este nuevo género literario se incorpora a nuestra cultura narrativa común, divulgando ideas y puntos de vista sobre el futuro que puede enfrentar la humanidad en 10 años, 100 o 500 años.
Es allí donde entra en escena la clima ficción, que puede desempeñar un rol importante para plasmar las emociones y sentimientos de los personajes en un relato o novela bien escritos para concientizar a lectores en todo el mundo.
Imaginen una novela de clima ficción que no solo llegue a miles de lectores, sino que también los emocione y tal vez los motive a convertirse en una voz más fuerte en el debate político internacional sobre las emisiones de carbono.
Ese es el potencial de la clima ficción.
Una universidad de Estados Unidos ofrece un curso sobre novelas y películas de clima ficción para estudiantes de ciencias ambientales y literatura.
Para Stephanie LeMenager, que este año imparte esas clases en la Universidad de Oregon, el curso constituye una oportunidad para ella y sus alumnos de explorar el poder de la literatura y del cine en momentos en que escritores y cineastas intentan abordar algunos de los asuntos más difíciles que enfrenta la humanidad en el siglo XXI.
El curso de LeMenager se titula «Las culturas del cambio climático». Es el primero en América del Norte, e incluso en el mundo, que se dedica de esta manera a las artes y el cambio climático. Estoy seguro de que otras universidades seguirán este esfuerzo pionero agregando nuevos cursos sobre ficción climática para sus estudiantes.Nathaniel Rich es un escritor de 34 años, autor de la aclamada novela «Odds Against Tomorrow» (Pronósticos contra el mañana), una historia ambientada en un futuro cercano en Manhattan, que ahonda en la «matemática de la catástrofe». Residente en Nueva Orleans, Rich cree que se publicarán más libros como el suyo, no solo en inglés y no solo desde la perspectiva de las naciones ricas de Occidente.
Escritores de todo el mundo deben animarse a incursionar en el género de la clima ficción y a usar la literatura de sus propias culturas para intentar despertar a la población sobre el futuro que puede esperarnos a todos en un planeta que se calienta sin final a la vista.
Las tramas pueden ser aterradoras, pero las novelas de clima ficción brindan la oportunidad de explorar estos asuntos con emoción y prosa. Los libros importan. La literatura tiene un rol que desempeñar en nuestros debates sobre los impactos del calentamiento global en todo el mundo.
Podrá decirse que el canon del género se remonta a la novela «El mundo sumergido», escrita en 1962 por el británico J.G. Ballard. Otro de los primeros libros sobre este fenómeno lo escribió en 1987 el australiano George Turner: «Las torres del olvido».
La estadounidense Barbara Kingsolver publicó hace unos años una novela muy poderosa de clima ficción titulada «Flight Behavior» (Comportamiento de vuelo). Me impresionó mucho cuando la leí el verano pasado, y la recomiendo.
La canadiense Mary Woodbury creó el sitio web Cli-Fi Books, que lista novelas actuales y pasadas de clima ficción.
¿Cómo veo el futuro? Avizoro un mundo donde los seres humanos se aferren a la esperanza y el optimismo. Yo soy optimista. Y creo que cuanto más nos apeguemos a la ciencia del cambio climático en el plano cultural, más efectivamente podremos unirnos para evitar lo peor.
* Dan Bloom es un periodista independiente de Boston que vive en Taiwán. En 1971 se graduó en la Tufts University, donde se especializó en literatura francesa. Es activista climático y literario desde 2006. Síguelo en Twitter a través de @polarcityman