La mayor fiesta de la cerveza del mundo está abierta ya en Múnich hasta el 7 de octubre. Los organizadores confían en superar la cifra de visitantes del año pasado: casi siete millones, que consumirán como mínimo un litro de cerveza cada uno. Beber, comer, cantar y bailar es la oferta de la Oktoberfest, un acontecimiento en Alemania que es también un multimillonario negocio desde hace 200 años.
En Islandia, país candidato a la adhesión a la UE, prácticamente todos los niños gozan de buena salud y disfrutan de una buena educación. Solo dos de cada mil niños menores de 5 años pierden allí la vida, mientras en Somalia mueren 180. Son datos del Mapa de la Supervivencia Infantil 2012 que ha elaborado Save the Children, en el que España ocupa el puesto 20 entre 171 países. La conclusión es que hay que invertir más en salud materno-infantil y educación.
El gobierno checo ha prohibido la venta de licores con más del 20% de alcohol, tras la ola de pánico que ha levantado la muerte de 20 personas, y otras cinco en Polonia, por intoxicación con metanol. En Eslovaquia hay otras cuatro personas hospitalizadas con los mismos síntomas. La policía no ha descubierto el origen de la adulteración.
El cardenal Philippe Barbarin, arzobispo de Lyon, cree que el matrimonio entre personas del mismo sexo allana el camino hacia la poligamia y el incesto. Sus declaraciones han removido el debate sobre el proyecto que prepara el gobierno francés para autorizar las bodas gay el año que viene. El ejecutivo reconoce el derecho de la Iglesia a dar su opinión. Más a la izquierda se califican de aberración las palabras del cardenal.
El envejecimiento de la población no es sólo un problema europeo. El descenso de la natalidad también afecta a muchos países en desarrollo. Cuba es un claro ejemplo de eso. Esta noche se inicia en esta isla caribeña un censo para conocer con detalle los problemas de su población, especialmente de la tercera edad.
De 75 a 250 euros, según la gravedad del improperio. Es la medida que ha puesto en marcha el Ayuntamiento de Bruselas para combatir con multas las agresiones verbales en la calle. La idea surgió por el documental «Femme de la rue», en el que una mujer grabó los insultos sexistas que recibía por ser mujer e ir sola por la capital belga.