El viejo dicho de que no hay mal que por bien no venga resuena con fuerza estos días en los corrillos del sector energético español. La crisis de Crimea y el riesgo de que Rusia cierre el grifo del gas, ha puesto de manifiesto la necesidad de reorientar la política energética de la Unión Europea y de buscar nuevas fuentes de suministro. Y en esa reorganización España podría ser una pieza clave para hacer frente al poder del Kremlin.
Chernóbil vive instalado en la memoria colectiva del mundo. El 26 de abril de 1986 se fundió el núcleo del reactor número cuatro de esta central nuclear ucraniana, por entonces dentro de la Unión Soviética, provocando el accidente nuclear más grave de la historia. Hoy se cumplen 28 años de este suceso que «puso en evidencia la peligrosidad de esta fuente de energía, puesto que tuvo y tiene todavía unos efectos devastadores», según Ecologistas en Acción.
El primer ministro de Polonia, Donald Tusk, ha propuesto una «unión energética» dentro de la Unión Europea como respuesta del bloque a la crisis de Ucrania, pero su plan puede ser un caballo de Troya a favor de los combustibles fósiles. El gobierno de centroderecha de Tusk ha asumido una posición relevante en los intentos para aliviar la crisis ucraniana.
La Comisión Europea ha aprobado nuevas normas para las ayudas públicas al sector energético. Restringe la financiación a las energías renovables que tendrán que integrarse en el mercado. Permite reducir el recargo destinado a financiar a las renovables a las empresas con alto consumo de electricidad e incluye medidas para las infraestructuras energéticas.
Las energías verdes podrían salir perdiendo con las nuevas normas de la UELa nueva normativa de la UE de ayudas a la energía no favorece a la electricidad verde según el Comité de las Regiones que cree que limita el número de compañías que pueden recibirlas. Asimismo cree que se está desaprovechando una buena oportunidad para terminar con las subvenciones a los combustibles fósiles y a la energía nuclear.
En el Consejo europeo que se inicia este jueves los líderes europeos van a buscar formas de reducir la enorme dependencia que tiene la Unión Europea del gas ruso, aunque no pretenden cortar los lazos energéticos de momento. Casi un tercio del gas que llega a la UE proviene de Rusia y el 40 % se recibe a través de Ucrania.