Como mínimo Europa debería invertir 2.000 millones de euros al año más en tecnologías de baja emisión de carbono. Parece una cifra considerable pero no será suficiente, se necesitarán, además, otros fondos públicos y privados para que la UE alcance los objetivos contra el cambio climático que se ha fijado para 2020.

Por lo que se refiere a energías renovables, Europa está en el camino no ya de cumplir sino de superar el objetivo de obtener el 20% de la energía que consume de fuentes renovables en 2020.

La Comisión Europea va a destinar 225 millones de euros de fondos comunitarios para la línea de muy alta tensión entre España y Francia, de los que se beneficiarán ambos países. Otros 45 millones estarán destinados a la interconexión de gas entre los dos Estados a través de Larrau (Navarra).

También ha aprobado 50 millones para el refuerzo de la interconexión eléctrica entre Portugal y España, este dinero irá exclusivamente al país vecino.

Los fondos se entregarán en los próximos 18 meses.

Es un reactor de fabricación soviética, idéntico al de la central nuclear de Chernobyl. Está en Ignalina, al este de Lituania, y después de 28 años de vida pasa a la historia. Con el año nuevo, ha dejado de funcionar.

El cierre de la central fue una exigencia de la UE para la adhesión de Lituania. El mismo año de su ingreso, en 2004, paró el primer reactor. Ahora es el segundo y la nuclear de Ignalina cierra su actividad definitivamente. Para Europa es un alivio, por razones de seguridad. Para Lituania, supone pasar a depender del suministro de gas ruso.

El Gran Colisionador de Hadrones (LCH) ha conseguido un nuevo récord mundial, se ha convertido en el acelerador de partículas más potente del mundo.

A lo largo de sus 27 kilómetros de circunferencia se ha producido la colisión de protones más rápida que se conoce y esto no es más que un primer paso para lo que se espera del LCH este año.

«Vivimos tiempos críticos, está en nuestras manos hacer el diseño del futuro» ha dicho la Secretaria de Estado de Cambio Climático,Teresa Ribera en el debate «Hacia una economía baja en carbono» en la Fundación Entorno.

Para Ribera es fundamental impulsar un acuerdo en Copenhague que permita elaborar un texto que sea ratificable por todas las partes y que permita avanzar en las políticas energéticas bajas en emisiones de carbono y profundizar en lo que se está convirtiendo en una seña de identidad de la UE, la lucha contra el cambio climático

No se trata de poner plantas en los edificios, aunque también, sino de que contaminen menos.

Todos los edificios que se construyan en la UE a partir de 2020 deberán cumplir unas estrictas normas de ahorro energético y la mayor parte de su consumo debe estar basado en energías renovables, generadas en su mayoría en el propio edificio.

El ahorro será evidente, hasta 300 euros anuales menos se gastarán los ciudadanos europeos en iluminar o calentar sus casas.

Los edificios construidos tendrán que adaptarse a la nueva normativa, siguiendo los plazos que marquen los Gobiernos de los distintos países que deberán establecer ayudas e información para ello.

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) reconoce que las medidas energéticas de la Unión Europea contribuyen de una manera eficaz a la lucha contra el cambio climático, pero también hace hincapié en que queda mucho por hacer para evitar que las temperaturas del planeta sobrepasen los 2 grados centígrados que harían la situación irreversible.

Este es uno de los mensajes que ha dejado la presentación en Bruselas del informe de la AIE «Perspectivas energéticas mundiales para 2009». El otro, y muy importante, es que cada vez es más urgente el paso a una economía de baja emisión de CO2 en todo el mundo.