Cameron tiró de discurso populista para clausurar la reunión de los conservadores británicos, celebrada en Manchester, y la situación en la eurozona le dio bazas para arrancar aplausos. El primer ministro advirtió que no permitirá que la economía británica se vea atrapada en subsidios sin fin a otros socios comunitarios.
Sin embargo, el premier dio un portazo a las aspiraciones de los más euroescépticos de su partido, al rechazar la posibilidad de celebrar un referéndum sobre la pertenencia a la UE. «No quiero que el Reino Unido abandone la UE. Pienso que es la respuesta errónea para el Reino Unido».
El líder conservador ya había fijado su posición al comienzo del cónclave del partido. «Lo que la mayoría de los ciudadanos quiere en este país no es dejar la Unión Europea sino reformarla y asegurarse de que el equilibrio de poderes entre un país como el Reino Unido y Europa es mejor».
En este sentido, Cameron se propone renegociar el estatus británico en el club europeo y aprovechar nuevos tratados para que Londres recupere poderes entregados a Bruselas. Con este mensaje de fondo, reconoció que la prioridad urgente es adoptar medidas en las próximas semanas para «reforzar los bancos europeos, construir las defensas que necesita la zona euro y afrontar el problema de la deuda de manera decisiva».
Reino Unido, con la libra como salvoconducto, arrastra problemas de déficit similares a los de los socios europeos y sus perspectivas de crecimiento se han visto frustradas en los últimos meses. La receta no es otra que los recortes de gasto público. Pero Cameron juega las cartas del nacionalismo: «Podemos poner los cimientos de nuestra economía en nuestros propios términos y a nuestra manera».