Los atentados de París han abierto la caja de los truenos y males europeos y salen a relucir debates que nunca se enterraron, o simplemente han proliferado. Como ejemplo, las palabras de Timmermans denotaron lo que muchos ciudadanos no se atreven a decir: un auge del antisemitismo en el continente. «Vemos en algunos de nuestros Estados miembros que una mayoría de la comunidad judía no está segura de tener un futuro en Europa. Creo que este es un inmenso desafío a los fundamentos mismos de la integración europea», dijo Timmermans.
Y es que los diversos ataques que ha recibido en los últimos tiempos la comunidad judía en Europa se han visto con preocupación. La última vez, las cuatro personas que Amedy Coulibaly asesinó en el supermercado de comida kosher en París. Las muertes se suman a las del Museo Judío en Bruselas del pasado mayo, y el ataque a un colegio judío en Toulouse en la que murieron cuatro niños en 2012. Netanyahu, en unas palabras que muchos líderes consideraron desafortunadas aseguró que Israel siempre sería la casa de todos los hebreos. Europa no quiere que se marche su población de religión judía, y se niega a que vivan con miedo. Desde los últimos acontecimientos, muchos colegios de los países con más presencia de esta comunidad religiosa, como Bélgica o Francia han aumentado las medidas de seguridad.
Otro debate que en momento de crisis siempre sale a la superficie es el de incorporar controles en el Espacio Schengen. «Un pilar y uno de los grandes logros de la construcción europea», dijo Timmermans. Pero políticos cercanos a la extrema derecha, como Marine Le Pen, ya han pedido automáticamente su suspensión. El Ejecutivo comunitario llama a la calma y niega cualquier cambio en Schengen y apunta que «no es el problema, sino la solución». Y reitera que hay que «reforzar» la libre circulación de personas, y mantener los controles externos a las fronteras comunitarias, algo que ya existe. Fuentes comunitarias insisten en que Schengen no está en peligro, sino que constantemente está evolucionando.
Medidas controvertidas
Uno de los mayores retos a los que se enfrentan las instituciones en Bruselas es el registro europeo de pasajeros (PNR, en sus siglas en inglés). Una propuesta del Ejecutivo comunitario de 2011, aprobada por los Estados miembros pero que sigue bloqueada por la Eurocámara que considera que no respeta los derechos individuales de los ciudadanos. La Comisión Europea había anunciado en un principio que la propuesta seguía sobre la mesa, y estaba a la espera de la respuesta de los grupos políticos. Sin embargo, durante la última semana ha cambiado ligeramente su discurso, y el vicepresidente Timmermans ya anunció que podría haber cambios para conseguir «el equilibrio entre Consejo y Parlamento». El PNR trata de crear un sistema comunitario para almacenar y compartir los datos personales de los pasajeros aéreos en la lucha contra el terrorismo y la delincuencia organizada.
El instrumento se aplicaría a todos los vuelos que entran y salen de la UE, la información quedaría registrada durante un periodo de cinco años. Los Estados miembros defienden el PNR porque con «una política común contra el terrorismo, permite evitar grietas en el sistema», en lugar de que cada país tenga un registro propio. Sin embargo, la mayoría de grupos se oponen, aunque no de facto al sistema, porque tienen dudas de que no se respeten los derechos individuales. Así, los socialdemócratas piden que la información esté un máximo de tres años almacenada, en vez de los cinco de la propuesta del Ejecutivo. Por su parte, los liberales junto a Verdes e Izquierda Europea se oponen de forma tajante, aunque ALDE asegura que escuchará la propuesta de la Comisión, pero insiste en que hay que mejorar los recursos existentes.
Fuentes comunitarias admiten que la amenaza existe e identifica el aumento de europeos que se han radicalizado dentro de las fronteras de la Unión. En el caso de Coulibaly fue en la cárcel, pero Internet hizo el resto. Por ello, la UE estaría estudiando la posibilidad de incluir expertos que rastreen páginas de captación o de apología al yihadismo. Asimismo, están los europeos que se marchan a Irak y Siria a luchar en las filas de radicales islamistas, como el Estado Islámico o Al Qaeda. Facciones enemigas que se disputan el poder, pero que en el caso de París cooperaron.
Desde que Europa ha visto que la amenaza vuelve a estar de nuevo muy cerca y tras los sucesos en la capital francesa, la UE quiere ahora mantener la calma pero reforzar los instrumentos existentes «de la forma más rápida posible». Por el momento, el próximo 12 de febrero los Jefes de Estado y de Gobierno se reúnen en un encuentro informal en Bruselas para abordar el desafío del terrorismo. «Crear tolerancia y desarrollar un Islam Europeo, y no al revés, como citó una vez Sarkozy», aseguran fuentes europeas.