Según un nuevo estudio, empresas multinacionales manipulan políticamente a la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Algunas de esas trasnacionales violan abiertamente los derechos laborales de los trabajadores y normas ambientales que el organismo mundial defiende.
El Consejo de Seguridad de la (ONU), cuyo cometido principal es el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, analizó por primera vez en la historia los derechos de las personas lesbianas, gays, bisexuales y transgénero (LGBT).
Al cumplirse 70 años de los bombardeos atómicos sobre Japón, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, se hizo eco de la reclamación de los activistas antinucleares del mundo: «No más Hiroshimas, no más Nagasakis».
Cuando la ONU busca ayuda financiera, ya sea para cubrir necesidades de desarrollo o para promover causas sociales, invariablemente recurre al sector privado. Tal vez, el caso más notorio sea el reciente llamamamiento para que ayuden a la organización a alcanzar su objetivo de 100.000 millones de dólares al año para combatir las consecuencias del cambio climático.
Tras más de dos años de intensas negociaciones, los 193 estados miembro de la ONU han acordado por unanimidad la Agenda de Desarrollo Sostenible, con 17 objetivos, que incluyen la erradicación de la pobreza extrema y el hambre para 2030.
Cuando a sus 21 años el príncipe heredero de Jordania, Hussein bin Abdalá, presidió en abril una sesión del Consejo de Seguridad de la ONU, se convirtió en la persona más joven al frente de uno de los órganos políticos más poderosos del mundo.
Sería difícil llegar a saber cuál es la mayor amenaza a la humanidad en estos momentos, si la devastación causada por el cambio climático o el desenfrenado terror que siembra el Estado Islámico (EI).