Suiza quiere regular a las empresas que contratan y envían mercenarios a otros Estados y cuyas oficinas están establecidas en el país que no tiene ejército. Aunque sí una larga tradición de enviar mercenarios, ese fue el origen de la guardia suiza del Vaticano por ejemplo. El detonante para la formulación de la nueva ley, que se debate en el Parlamento, ha sido que la empresa británica Aegis, una de las más grandes del mundo, se haya establecido en Suiza.
Dice una página en Internet sobre Suiza que no sólo tiene uno de los mayores niveles de vida en comparación con otros países de la Unión Europea, sino que también tiene los salarios más altos. En todas partes cuecen habas, que dice el refrán español, las empresas constructoras subcontratan a otras y estas van bajando los salarios de los trabajadores que finalmente ganan menos de la tercera parte del sueldo estipulado en el convenio. El nivel de vida no baja.
Las empresas suizas de energía están determinadas a convertir al país en una «batería para Europa». Realizan vastas inversiones en un proyecto hidroeléctrico a gran escala, pero no es una certeza que esto vaya a ser rentable. Con la decisión de terminar con la energía nuclear, en Suiza y Alemania el objetivo se centra en las fuentes renovables. En Alemania hay un enorme impulso a la producción de energía solar y eólica, mientras que las firmas energéticas suizas buscan aumentar su capacidad de almacenamiento en la cordillera de los Alpes.