«Cuando Margaret Thatcher ejercía como Primera Ministra, hubo un período en el que los halcones que ella había puesto en el gobierno le pedían que privatizara la BBC. Ella estaba en contra del canon (*que pagan todos los británicos por el servicio audiovisual público). Lo calificaba de «impuesto retrógrado».«Thatcher repetía que la BBC estaba contra ella porque que era un medio izquierdista; pero nunca dio pasos para acabar con la BBC, aunque siguiera criticándola durante sus años en el poder»
Hace menos de dos años, conocí en Budapest a Balázs Nagy Navarro, quien hasta su despido fue jefe de información internacional en la radiotelevisión pública de Hungría (MTVA). Desde hace casi 900 días, Nagy y otros colegas mantienen una protesta frente a la sede de la MTVA.
Aquel despido, como otros centenares, tuvieron que ver con protestas por las manipulaciones informativas propiciadas por FIDESZ, el partido derechista del primer ministro Viktor Orban (quien acaba de renovar su mayoría parlamentaria), también con las críticas a las reformas constitucionales autoritarias impuestas por Orban.Hace un solo día, en una publicación digital que leo a diario y donde se ejerce –en general- un periodismo de cierta calidad, me vi sorprendido por un titular de claro sesgo antisemita. El titular encabezaba una historia de interés, por eso me pareció aún más inquietante. ¿Cómo es posible?, me dije.
Del mismo modo que en España se inventó el término «dictablanda» para referirse al período del general Dámaso Berenguer (1930-1931), habría que hablar ahora de «democracias débiles», frágiles, matizadas de elementos autoritarios, como Hungría. La demoblanda (o demo-frágil-cracia, término que me acabo de inventar) está de moda en Europa. Y resulta ser tan cercana a la dictablanda, que puede terminar siendo lo mismo.
La Agencia France Presse (AFP) ejerce «una misión de interés general». Así han terminado reconociéndolo en la Comisión Europea, tras dos años de instrucción del expediente que lo cuestionaba. Desde luego, es importante para la agencia EFE y otras agencias de información general; asimismo para los medios que en inglés denominan PBS (Public Broadcasting System), es decir para la radiotelevisión pública. Vuelve a quedar clara la necesidad de financiación estable de los grandes medios públicos, como mecanismo clave de las democracias europeas.
El Frente Nacional se ha visto ampliamente favorecido por los medios de comunicación franceses, europeos e internacionales. Esa es la verdad, en contra de las habituales protestas de sus líderes, desde el padre fundador, Jean-Marie Le Pen, hasta su hija Marine, líder actual. Y su impacto es siempre menor del que logran hacer creer sus dirigentes, con ayuda de los medios.
Tras la segunda vuelta de las elecciones municipales, no es oro todo lo que reluce para los vencedores. Incluso para la victoriosa derecha de la Union pour un Mouvement Populaire(UMP), que tiene sus puntos negros. Y sabe que ha triunfado por deméritos del adversario, más que por ganas verdaderas de los electores. Tampoco el supuestamente «imparable» Frente Nacional (FN) de Marine Le Pen impacta donde más deseaba.
Alcaldes del Frente Nacional: un viejo olor a podrido