«Les victimes serbes ignorées par la justice internationale» (escrito por Pierre Hazan, Le Monde, 14 de diciembre de 2012). Un amigo corresponsal en Francia me señala ese titular. Sabe que como periodista me tocó ocuparme de los Balcanes y que -desde entonces- nunca perdí el interés por el desarrollo histórico de aquella parte de Europa, espejo verdadero de la mayoría de los nacionalismos. En ese artículo se considera la liberación de los generales croatas Ante Gotovina y Mladen Markač, condenados en primera instancia a 24 años de cárcel, como la ruina de la credibilidad del Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY).
Muchas veces en más de treinta años de ejercicio del periodismo, tuve que informar poniendo por delante mis dudas, más que mis certezas. Y una vez, en una emisora de radio, mentí conscientemente para proteger a una familia y para no añadir dolor innecesario. No me arrepiento de ello, aunque sé que muchas más veces fui intoxicado -de manera multilateral, a veces por mis próximos en sentido ideológico o por oscuros propagandistas muy bien pertrechados- sin que me diera cuenta o supiera como defenderme de ello.
Los ataques de Israel a -al menos- dos edificios de medios de comunicación en Gaza no tienen justificación alguna. Tampoco deben relacionarse con sus represalias militares por los cohetes lanzados por activistas de Hamas. Eso pertenece a otro ámbito y esos ataques son claramente premeditados: implican una voluntad y responsabilidad precisas.
Del mismo modo que otros sectores, el periodismo sufre una crisis por la pérdida de empleos. Para los periodistas, la crisis no empezó en 2008, sino mucho antes, cuando los patronos de los medios empezaron a reducir mano de obra, a presionar más y más sobre los contenidos, sobre la multiplicación de las plataformas tecnológicas, reduciendo su aportación económica y cada vez con menos personal. En los últimos tres años, la situación se ha agravado.
Francia acaba de reconocer la matanza terrible, indiscriminada, casi oculta en su época, que tuvo lugar en plena guerra por la independencia de Argelia, el 17 de octubre de 1961 en París. Miles de ciudadanos de origen argelino, y otros que los policías tomaron como tales -especialmente marroquíes y algunos franceses- fueron detenidos, golpeados, agredidos, tras acudir a una manifestación.
La Federación Internacional de Periodistas (FIP), y su grupo continental, la Federación Europea de Periodistas (FEP), han expresado hoy su mayor preocupación por las propuestas del gobierno portugués de privatizar total o parcialmente la Rádio e Televisão de Portugal (RTP), servicio público audiovisual de los portugueses.
Los dirigentes europeos persisten en sus políticas de «ajustes» y «recortes», sugiriendo que escampará tras la tormenta económica. Nos quieren hacer creer que -si les seguimos- habrá un período mágico y soleado, tras los rayos y truenos del bono basura y de la tormenta de la prima de riesgo. Pero si lo aceptáramos, estaríamos creyendo que es posible un cambio de ciclo con sus brujerías. Es demasiado creer.