Sin quererlo y con mucho dolor Grecia se ha convertido en la avanzadilla de Europa. Fue el primer país en pedir un rescate exterior, el primero en sufrir sus consecuencias y ahora el primero que puede romper el bipartidismo e intentar una nueva forma de gobierno. Lo malo de ser el primero es convertirse en conejillo de indias en el que se prueban las teorías mal diseñadas.
Italia responde a la canciller Angela Merkel, que este domingo le decía que haga más reformas para cumplir con el déficit, que haría mejor empleando su tiempo en resolver sus propios problemas económicos que recaen sobre todos los Estados miembros de la eurozona.
Hace dos años que el presidente del BCE pronunció unas palabras que a él le debieron parecer mágicas por el efecto que tuvieron en los mercados. Después, lo ha vuelto a intentar tantas veces que ha perdido toda credibilidad, excepto para él naturalmente. Ahora lo ha vuelto a hacer en el Parlamento Europeo para repetir que el Banco hará lo necesario.
La canciller alemana, Angela Merkel, continúa erre que erre con su convencimiento de que los ajustes salvarán a la Unión Europea. Ni una palabra, ni un pensamiento de duda. La austeridad y los esfuerzos para reducir los déficit públicos de la eurozona deben seguir porque la crisis aún no se ha superado y por lo tanto las causas continúan. Lo ha dicho ante el Parlamento de su país.
Tras su reunión de este lunes el Eurogrupo ha tenido que reconocer que la situación dista mucho de ser satisfactoria y que se necesita una «intervención política decidida», es decir, la situación económica pide a voces un cambio de estrategia que evite a la región caer de nuevo en la recesión.
El Banco Central Europeo continúa manteniendo los tipos de interés en mínimos históricos con la esperanza de que los bancos se decidan a dar préstamos y animen la depauperada economía de la zona euro. Además ha anunciado la intención de comprar bonos garantizados y paquetes de préstamo.
La conclusión de la reunión del G20 celebrada en la localidad australiana de Cairns no es muy halagüeña para Europa y sí muy pesimista para la eurozona a la que ven como un freno a la expansión mundial. Alemania se mantiene firme como una roca: austeridad, austeridad y austeridad.