La UE sigue comprometida con el protocolo de Kioto. En la conferencia que se celebra en Bonn y a la que asisten centenares de delegados de todo el mundo no lo tienen tan claro, el tratado de Kioto expira a finales de este año y todavía, conferencia tras conferencia no se llega a ningún acuerdo. Los países ricos no están dispuestos a pagar por lo que han contaminado y los países en vías de desarrollo no quieren cargar con lo que han hecho otros.
La decisión del Parlamento Europeo de no participar el mes próximo en la conferencia Río+20, en Brasil, argumentando que los precios de los hoteles son exorbitantes, ha provocado agudas críticas de la sociedad civil. La decisión se conoció por medio de un comunicado del presidente de la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo, Matthias Groote, que pasó casi inadvertido.
Casi todo el socialismo europeo respalda a su correligionario François Hollande en su afán por llegar al gobierno de Francia, con el deseo de que una victoria ante el presidente Nicolas Sarkozy genere un movimiento que ponga fin a las actuales políticas de austeridad conservadoras en la región.
Ser autosuficiente energéticamente es el deseo de todos los países, pero hay pocas opciones y en su mayoría son peligrosas para la salud y para el medioambiente. Estados Unidos está extrayendo el gas del subsuelo, el tan llevado y traído gas de esquisto, pero no parece que en Europa vaya a ser una realidad aunque en Polonia lo están intentando. En España hay algún proyecto en Álava y en Cantabria.
Los expertos llevan 10 años quejándose de la sobrepesca del atún, en particular del rojo, que lo ha puesto al borde de la extinción. A esas advertencias hay que añadir denuncias contra el control de la pesca, y las cuotas anuales autorizadas a cada país. La bióloga María José Juan Jordá, confirma el peligro de colapso tras analizar la población de 26 especies de atunes y otras relacionadas.
2011 deja para la Historia el desastre de la central nuclear de Fukushima, provocado por el tsunami que asoló parte de Japón. Las consecuencias no solo se dejaron sentir en el país más afectado. El accidente ha hecho que Europa se cuestione su programa atómico, ha endurecido las normas de seguridad en las centrales y ha provocado enormes pérdidas económicas que, sobre todo en Alemania y Francia, también se traducen en fuertes reducciones de puestos de trabajo.
Las grullas, esas aves cuyo peregrinar por los cielos de Europa marca la llegada del otoño y la primavera, están cambiando sus hábitos migratorios y se demoran en el norte, tanto como tarda el frío en llegar. Lo mismo está ocurriendo en España, donde suelen hacer una alto en su migración hacia el sur en la Laguna de Gallocanta, Aragón. Este año las temperaturas son tan agradables que excepcionalmente unas 30.000 se han quedado, para deleite de los turistas.